Miles de humanos están afectados por no sentirse en casa pero la casa está en todas partes y se trata de saberse conectar con la tierra y nuestras raíces espirituales. Podemos vivir en atención y cuidado de la tierra y de los que la habitan. Es como un equilibrio con el paisaje y lo mejor puede ser habitar los paisajes de la tierra dentro y fuera. Las líneas que nos habitan son sutiles y cambiantes pero debemos despertar y actuar conectados. Nos podemos escuchar y compartir nuestras líneas de desarrollo con otros. Debemos animar lo que parece inanimado. Las rocas se desplazan y se integran al proceso de vida por ejemplo. Recorrer una montaña es despertarla y al caminarla la hacemos nuestra. Necesitamos caminar vidas mucho más simples de las que vivimos. Es que habitamos el planeta algo perdidos y no queremos retornar al origen que nos llama desde su centro. Lo extraño es que como humanos tendemos hacia el mundo urbano por miedo y buscando seguridad y protección y al final perdemos nuestra esencia. Necesitamos regresar a nuestra esencia en equilibrio y pensar desde los elementos del paisaje como ejercicio de este retorno. Sería vernos en el otro como paisaje exterior en este caso para descentrarnos y cuidar de nuestro mundo.
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