Grace Nehmad

martes, 21 de febrero de 2023

Cuento de Sandra



 Sandra se dejó enterrar en la arena por sus amigos por no decirles que no le agradaba la idea pero al final se dio cuenta de que sí la hacía regresar al origen y se sentía bien, como contenida por una verdad universal. La diferencia radical

que la separaba de los demás desapareció estando enterrada, ya habiendo sentido esa verdad, su vida devino otra. Los signos de su existencia brillaban y conseguía seguir sus llamados con más seguridad y más desapegada. La existencia humana y sus dolores estaban ahí pero encontró en la fuente vital originaria una raíz que la sostendría por el resto de sus días en la tierra. Desde entonces trató de convencer a otros de dejarse enterrar pero no conseguía convencer a nadie y no podía revelarles las verdaderas razones de su insistencia. Si todos los humanos se dejaran enterrar, seguramente la vida en el planeta sería verdadera, lejos de toda apariencia, viviríamos muy diferente, libres de toda violencia. Regresaríamos a las caricias que tanto nos faltan y ya no nos equivocaríamos de categorías para actuar de acuerdo con los signos y llamados de nuestro destino. El respeto nos vendría sin esfuerzo. La intuición de la luna nos llenaría de pluralismo sin absolutismos, en diversidad aceptada, lejos de interpretaciones sin sentido ni compromiso. Las carencias nos dispersan y desubicamos nuestras verdades en la tierra, pensaba Sandra. El retorno al origen es importante para proyectarnos desde ahí en objetividad.  A menudo olvidamos el conocimiento sensorial que podemos adquirir para proyectar nuestra evolución. Y entonces, finalmente, Patrick se dejó enterrar, pero ello no tuvo ningún efecto aparente en él. Entonces Sandra abandonó su teoría y se acercó a Patrick para reaprender la vida al compartir experiencias con él independientemente de las teorías existenciales de cada uno. Eso sí, los unía un entierro vital que inyectaba vida a sus existencias cruzadas en el origen, arena milenaria.



Retornar al origen juntos

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