Sueños y maduración de vida
Empecemos por nuestra evolución y pasemos por la vida que se defiende y sobrevive en células especializadas, devenimos organismo en explosión biológica que lleva superación en cadenas de reproducción. Se prolonga y pule nuestro cerebro. Compagina nuestro origen bíblico que nos arroja del paraíso. Somos cuerpo y alma, deseos que buscan materializarse. Somos sueño y vigilia a lo largo de
nuestra vida en el planeta, también cuerpo y alma, también muerte constante y definitiva. Somos y no somos. Más allá de la esencia nos diría el filósofo del otro, Emmanuel Levinas, en exterioridad. Brincamos en las dimensiones existenciales y debemos aspirar a descubrir al otro en exterioridad, en su tiempo, y juzgarlo para bien siempre. O más bien no juzgarlo. A lo largo de la vida pasamos de dormir y soñar muchas horas a pocas horas de sueño y sueño más ligero y mayor conciencia de nuestra vigilia. Desafortunadamente, se dan más enfermedades y se levantan más al baño las personas de mayor edad. Ello puede detonar problemas de sueño y depresión. En la modernidad el acelere, las luces y electrónicos no nos dejan descansar. Tampoco el café, demasiados estimulantes dentro. Deberíamos dormir y soñar más horas, como los niños. Quizá por ello los niños viven más felices. Pero hay realidades en los patrones de sueño y edad y la maduración en nuestro recorrido de vida. Aceptar los cambios y empujarnos hacia adelante nos ayuda a vivir mejor nuestras etapas existenciales y aprender unos de otros. Lo evidente es que debemos cuidar nuestra nutrición y acercarnos más a la naturaleza, el ejercicio y la meditación, hacer lo que nos hace bien, no juzgar a otros y procurar dormir más y mejor, ensoñar más, liberarnos. Dejar atrás lo que nos estorbe y avanzar. Ser para otros en amor. La aceptación y apertura es importante para nuestra curación en esta dimensión y para lograr ayudar a otros más y mejor.
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