Grace Nehmad

miércoles, 23 de febrero de 2022

 

Sócrates funda la filosofía occidental. Antes estaban Tales y Pitágoras. Nada escribió Sócrates, nos lo transmitió Platón su discípulo en sus diálogos. Sócrates fue condenado por corromper a la juventud. Era un marginal y su filosofía le costó cara. Condenado a muerte, él dijo que debía ser condenado a todos los honores. Quedó como símbolo para que vivan sus ideas y a la filosofía. Provocó a su jurado y con ello hizo posible la transmisión de sus ideas. Él se expresaba en el diálogo y hacía vivir su pensamiento. La escritura puede ser dogmática para él y la quiere en movimiento y en proceso, en etapas y estadios de conocimiento. Tiempo y distancia se dan en el diálogo para Sócrates. Es un ejercicio del pensamiento es en acción, en reflexión y diálogo. Reemplazamos nuestras creencias por certezas. Y siempre necesitamos la mirada exterior que regrese a nosotros. Necesitamos la mirada exterior para reflexionar. Nuestros ángulos de vida nos moldean y no somos fijos, nos construimos unos a otros. Cada uno no posee su propia verdad, es una verdad universal y cada uno su concepción de la verdad desde su perspectiva en una síntesis de subjetividades. Me hace pensar en la reinterpretación constante de la Biblia y entonces el diálogo incluye al libro que media entre las personas, ya no es tampoco fijo, es pre-texto siempre. El otro es central y más aún, me parece, si lo vemos como sugiere Levinas, como misión existencial. Sócrates es un gran ejemplo de lo que Levinas llamaría morir para todo otro.



Flexibilizar el cuerpo y el pensamiento para asistir a todo otro en amor

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