Descartes es un obsesionado con la verdad y
como no quiere equivocarse duda de todo. Era matemático y físico y dice que
todos tenemos ideas falsas que nos hacen equivocarnos. La educación recibida se
va corrigiendo y reescribiendo. Se aprenden cosas que después cambian. La
opinión debe comprobarse y no debemos aceptar toda información. Como humanos
nos equivocamos. La naturaleza de las cosas nos escapa y hay ilusiones que
debemos comprobar. Hay muchos obstáculos para conocer y de ahí desarrolla su
método cartesiano de conocimiento porque nuestros sentidos nos engañan.
Nuestras creencias deben comprobarse desde la duda radical. Debemos funcionar
con las viejas creencias y renovarnos. No estamos seguros ni de nuestra
existencia a partir de los sentidos. La certeza absoluta no existe. Descartes
duda para asegurarse en la verdad. Llega a la verdad desde la duda. Dudo de
todo y eso es motor de la acción que revela los pensamientos verdaderos. La
existencia del pensamiento nos lleva a probar nuestra existencia. Descartes nos
impone la existencia desde la verdad. Es una verdad inmaterial, la verdad
primera de nuestra existencia de seres pensantes no es material. Antes la
filosofía se recargaba en Dios y Descartes la basó en el individuo. Era un
filósofo del pensamiento en ideas antes de materializarse. Las ideas se
manifiestan en la realidad que incluye el mundo inmaterial. No se define sólo
por lo material, hay más allá de la materia. Las ideas están fuera del espacio
y se recargan en la verdad inmaterial. Es como Platón, realidad eterna del
mundo de las ideas. Al principio como en la Biblia, estaba el verbo, es decir,
el pensamiento y el espíritu existían. Somos y no necesitamos exteriorizarnos.
Pero la imagen se busca y quizá somos la imagen del espíritu. En cualquier
caso, para Descartes existimos a partir del mundo de las ideas y de ahí
comprobamos toda verdad. Después vendrá Hume con el empirismo a comprobar con un
método medible y el racionalismo se descubrirá limitado. Distantes corrientes
filosóficas nos traen a la modernidad que sigue dudando y buscando verdades, usando
métodos y comprobando para superar los humanos anteriores. Nuestra calidad de
vida mejora en parte pues aspectos negativos persisten y las dudas no siempre
nos empujan a mejores verdades, todas son relativas. Creo centralmente en el
otro que activa mi acción en verdad hacia el bien. En su rostro adquiero la
certeza de haberlo asistido como me lo pide, misión de vida nos diría Levinas,
verdad última.
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