Grace Nehmad

lunes, 21 de febrero de 2022

Kant y el otro

Filósofo de las luces es Kant porque en este pensamiento como humanidad nos liberamos para pensar por nosotros mismos. Propone la síntesis del racionalismo de Descartes y el empirismo de Hume. El conocimiento es las dos en su crítica de la razón pura. Kant habla de tender al bien en su moral que va en contra del utilitarismo que todo evalúa en términos de placer. Él en cambio habla de la intención. La acción debe ser buena porque respeta la moral. Para Kant no es no actuar o actuar por miedo, eso es conformismo. La voluntad debe ser guiada por el bien. Kant está en contra de la hipocresía. La conciencia debe estar en la elección de lo moral desde el buscar el bien. La pureza de la intención debe prevalecer, la ley moral que está dentro del hombre y es trascendente. Es autoridad interna, nuestra razón moral que nos lleva a actuar. Dentro llevamos la ley moral que debemos seguir. En nuestro modelo cultural tenemos un contenido exterior en maneras de practicar la ley moral innata y universal. Kant hizo hablar a nuestra razón moral desde la intuición. El imperativo categórico viene de aquí. Nos dice que hagamos valer un cuadro moral. Que lo que guíe nuestras acciones para nuestro bien sea el mismo principio que guiará a la humanidad. La dignidad humana viene de la bondad de los actos. Para Kant, el hombre tiene razón moral y de ahí, dignidad.

Una acción es buena desde lo que me prohibe tomar al otro y usar de él para mis fines. Debemos respetar nuestro significado y no en cuanto a nuestra pertenencia a la humanidad, va más allá de ella. Los imperativos morales a veces se confrontan desde la dignidad humana y parecen contradecirse. Estos imperativos son criticables y se reprochan a la moral de Kant. La mentira es condenable y a veces el acto se justifica desde una supuesta buena intención. Es un idealismo moral. No es azar que la moral se vuelve rígida a menudo y se juzga el acto del otro. La ética nos lleva a un bien y un mal relativos. En el cotidiano quizá se nos llama a la independencia desde la maduración y desde el cuestionar nuestras acciones.  Me gusta el imperativo categórico. Me parece una buena base de acción, la dignidad humana y cuestionarnos al actuar, desde dentro. Pero yo añadiría al otro como motor de acción, motor existencial, tal como lo plantea Levinas. Ello nos lleva a querer ocupar todo instante en la tierra para ayudar a todo otro y alejándonos del egoísmo. Se trata de entrar en el tiempo del otro desde su misterio que nos reta y hace crecer.




El rostro del otro me lleva a actuar para asistirlo en todo momento, desde su misterio, motor existencial

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