Sandra quería lograr un nuevo comienzo, leer su vida como un paseo agradable de aprendizajes, no de fracasos, pero la presión exterior dominaba sus tropiezos. Ya estaba aburrida de todo. El aire denso mortalizaba los significados de sus palabras. La ciencia no la ayudaba y ningún discurso o disciplina empujaba sus acciones. Las cadenas de vida la limitaban. Daba vueltas y vueltas en sus caminos y no encontraba los astros nuevos que necesitaba. Sus caminos se repetían y las escaleras infinitas a su paso no lograban los equilibrios deseados. Entonces se encontró con Jacobo y notó que él también se sentía en una fase destructiva y nada lo alentaba. Se encontraron en el parque paseando a sus mascotas y comenzaron a conversar y nada resolvieron pero se sintieron mejor. Quisieron sólo conversar y reír juntos, aproximar sus rostros y caminos al pasear a sus mascotas todos los días. Así se unieron y unieron los rostros del alma. Sus espirales de vida se cruzaron y tejieron juntos el destino que buscaban para desenredar sus nudos interiores. La vida se respiró mejor para ambos y no era que no tuvieran problemas pero consiguieron vivirlos muy diferente. Juntos escogieron a cada paso la vida y la paz.
Sandra y Jacobo escogieron juntos a cada paso la vida y la paz
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