Levinas para hablarnos del otro, se recarga en el lenguaje que es creativo, como la Creación en la Biblia que se sostiene en las letras en hebreo. Además, nos dice que debemos aproximar al otro como a un maestro para escucharlo y aprender de él y para ser a la vez su maestro y asistirlo en amor, desinteresadamente. El lenguaje, nos dice en totalidad e infinito, es universal porque es el pasaje mismo de lo individual a lo general y compartido. Conocemos al otro a través del mudo de las cosas que tenemos y después las trascendemos. El lenguaje lanza las bases de las posesiones comunes y rompe con la propiedad del regosijo. Lo mío se convierte en lo que doy, lo comunicable, lo pensado y lo universal. Las cosas no son más que en relación con el otro, no son lo que construimos, son lo que damos. Así me parece como sostiene Levinas, que le quitamos la idolatría a las cosas y las transformamos en un dar, en un vínculo compartido y elevamos así toda materialidad a un mundo espiritual y redirigiros toda manifestación negativa hacia lo positivo y toda dualidad hacia la unidad.
Unidad y pareja para darnos desde ahí con fuerza, fe y amor
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