Totalidad e infinito en Levinas
El infinito es
el rostro del otro en la relación con el otro. Es un ser exterior
absolutamente. No es equivalente a distancia sujeto-objeto. El yo es para. El
otro se opone a todos mis poderes y no se deja dominar. Su libertad me expulsa
y me mido con él, a través sus ojos sin defensa. Su mirada me obstruye toda
conquista, es resistencia ética que detiene mi imperialismo irresistible. Su resistencia
es acceso a una realidad otra. El otro está más cerca de Dios que yo y la
justicia bien ordenada empieza en el otro.
Levinas es un filósofo muy importante y su judaísmo
me aproxima a él pero lo más fuerte está en otra parte quizá, en la mirada
distinta que propone desde mis raíces judaícas, distancia del judaísmo central.
Su pensamiento busca el universalismo judío y no
sus particularismos. Su estilo de escritura y pensamiento me lleva en un soplo,
me atrapa y obsesiona quererlo aplicar en mis relaciones interpersonales,
quererlo reflexionar mil veces y replantear con ayuda de otros filósofos y
desde nuevas perspectivas. El viejo Levinas se agudiza. Su posición es muy
importante en Francia y ahora en occidente en general. Su notoriedad será
tardía., posterior a Sartre y Merleau Ponty, es un filósofo más reciente.
El nudo de su proposición yace en la idea del
infinito que es el otro en la experiencia, en la estructura cósmica y no del
mundo social humano. Es una relación absolutamente exterior la que se da con el
otro.
Descartes es su núcleo. El infinito nos
sobrepasa y no entra en nosotros, no logramos contener el infinito, sólo la
idea, es una distancia absoluta. Para Descartes esta idea no es interior. El
conocimiento es integrado como tema frente a mí, es economía del Mismo. La idea
del infinito resiste y no se deja incorporar. Es signo de este rechazo, no es
alcanzable. El infinito es el absolutamente otro.
Hay relación entre el infinito y la alteridad.
El otro está fuera pero su exterioridad es diferente a la del resto de los
objetos, no se deja someter, es presencia del mundo. El lazo de apropiación mata,
el otro no es cosa, no se puede reducir a la identidad, es combate y violencia.
¿Cómo podemos lograr la paz que sugiere Levinas? Otro yo no es objeto y no es en realidad otro
yo, sería ignorar su alteridad, no es mi clon. Levinas propone la alteridad
absoluta e infinita. El infinito es el otro. Es exterioridad que fuerza los
límites de mi cabeza. El pensador es más que yo y no viene de mi interior, mi relación
es por fuerza asimétrica. El otro no se deja seducir a todos mis poderes. Es
aspecto espacial el otro y me resiste, presa y víctima.
Esta resistencia es contra el imperialismo del
Mismo, es lucha con energía de obstrucción que quiere resistir a todos mis
poderes. La aparición del otro es una competencia que no me deja dominarla. La
manifestación de lo que aparece y resiste a todos mis poderes. Me mido con el
otro y esa epifanía es vulnerabilidad en su rostro, su fragilidad es lo que me
doblega porque no es contra fuerza. El rostro es debilidad desnuda que me
vence. Su interpelación me vence y su silencio me doblega. El rostro me prohíbe
matarlo, su aparición me congela, es sentido, palabra, logos. La alteridad es
ética, no es yo ni objeto, es rostro que en silencio me dice no matarás, es
debilidad contra fuerza, epifanía frente al poder, se sostiene frente a
nuestros poderes. La resistencia ética es la presencia del infinito. Es
apertura a través de la relación con el otro.
Sólo la alteridad absolutamente otra es respeto
y es ética y justicia, el otro está más cerca de Dios y es trascendencia y me
salgo de mi imperialismo.
El
único acceso a Dios es a través del otro. Dios es el rostro del otro. Montaigne
dice cómo un mendigo podía tener paciencia en playera en invierno, y usted
tiene el rostro descubierto y yo soy todo rostro le dice el mendigo.
Queremos tutear al otro, hay contacto directo a
Dios, es sólo a través del otro para Levinas. Se esconde y lo debemos buscar en
un misterio continuo.
La obra de Levinas es inmensa y múltiple. Como
lector se ve su evolución con ese cambio después del nazismo y de Heidegger y
hace su alternativa a él. Como puedo
responder a la justicia a través del rostro del otro.
El acercamiento al otro es vertiginoso y sacude
para que se pueda hablar de justicia. Para Ricoeur en sí mismo como otro, el vértigo
nos lleva a abordarnos como otro, ¿se puede? Respeto es distancia para Ricoeur.
Es en términos auditivos, para Levinas, no es visual. Teología y ética son las
dos tablas de la ley. Dios es creador y pasa al otro siempre en el otro.
Atributo de Dios es un mandamiento con el otro. Vemos que el pensamiento
levinasiano no se agota ni logra encasillarse, es poesía misma que nos obliga a
cuestiona la violencia de nuestras relaciones ensimismadas y dotarlas de
justicia, de rostro, de distancia y respeto que nos inviten a no buscar dominar
y ver la fragilidad en todo y su necesidad de ser ayudado por nosotros aún y en
especial, desde su silencio más profundo.
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