Grace Nehmad

lunes, 8 de febrero de 2021

Totalidad e infinito en Levinas

 

Totalidad e infinito en Levinas

El infinito es el rostro del otro en la relación con el otro. Es un ser exterior absolutamente. No es equivalente a distancia sujeto-objeto. El yo es para. El otro se opone a todos mis poderes y no se deja dominar. Su libertad me expulsa y me mido con él, a través sus ojos sin defensa. Su mirada me obstruye toda conquista, es resistencia ética que detiene mi imperialismo irresistible. Su resistencia es acceso a una realidad otra. El otro está más cerca de Dios que yo y la justicia bien ordenada empieza en el otro.

Levinas es un filósofo muy importante y su judaísmo me aproxima a él pero lo más fuerte está en otra parte quizá, en la mirada distinta que propone desde mis raíces judaícas, distancia del judaísmo central.

Su pensamiento busca el universalismo judío y no sus particularismos. Su estilo de escritura y pensamiento me lleva en un soplo, me atrapa y obsesiona quererlo aplicar en mis relaciones interpersonales, quererlo reflexionar mil veces y replantear con ayuda de otros filósofos y desde nuevas perspectivas. El viejo Levinas se agudiza. Su posición es muy importante en Francia y ahora en occidente en general. Su notoriedad será tardía., posterior a Sartre y Merleau Ponty, es un filósofo más reciente.

El nudo de su proposición yace en la idea del infinito que es el otro en la experiencia, en la estructura cósmica y no del mundo social humano. Es una relación absolutamente exterior la que se da con el otro.

Descartes es su núcleo. El infinito nos sobrepasa y no entra en nosotros, no logramos contener el infinito, sólo la idea, es una distancia absoluta. Para Descartes esta idea no es interior. El conocimiento es integrado como tema frente a mí, es economía del Mismo. La idea del infinito resiste y no se deja incorporar. Es signo de este rechazo, no es alcanzable. El infinito es el absolutamente otro.

Hay relación entre el infinito y la alteridad. El otro está fuera pero su exterioridad es diferente a la del resto de los objetos, no se deja someter, es presencia del mundo. El lazo de apropiación mata, el otro no es cosa, no se puede reducir a la identidad, es combate y violencia. ¿Cómo podemos lograr la paz que sugiere Levinas?  Otro yo no es objeto y no es en realidad otro yo, sería ignorar su alteridad, no es mi clon. Levinas propone la alteridad absoluta e infinita. El infinito es el otro. Es exterioridad que fuerza los límites de mi cabeza. El pensador es más que yo y no viene de mi interior, mi relación es por fuerza asimétrica. El otro no se deja seducir a todos mis poderes. Es aspecto espacial el otro y me resiste, presa y víctima.

Esta resistencia es contra el imperialismo del Mismo, es lucha con energía de obstrucción que quiere resistir a todos mis poderes. La aparición del otro es una competencia que no me deja dominarla. La manifestación de lo que aparece y resiste a todos mis poderes. Me mido con el otro y esa epifanía es vulnerabilidad en su rostro, su fragilidad es lo que me doblega porque no es contra fuerza. El rostro es debilidad desnuda que me vence. Su interpelación me vence y su silencio me doblega. El rostro me prohíbe matarlo, su aparición me congela, es sentido, palabra, logos. La alteridad es ética, no es yo ni objeto, es rostro que en silencio me dice no matarás, es debilidad contra fuerza, epifanía frente al poder, se sostiene frente a nuestros poderes. La resistencia ética es la presencia del infinito. Es apertura a través de la relación con el otro.

Sólo la alteridad absolutamente otra es respeto y es ética y justicia, el otro está más cerca de Dios y es trascendencia y me salgo de mi imperialismo.

         El único acceso a Dios es a través del otro. Dios es el rostro del otro. Montaigne dice cómo un mendigo podía tener paciencia en playera en invierno, y usted tiene el rostro descubierto y yo soy todo rostro le dice el mendigo.

Queremos tutear al otro, hay contacto directo a Dios, es sólo a través del otro para Levinas. Se esconde y lo debemos buscar en un misterio continuo.

La obra de Levinas es inmensa y múltiple. Como lector se ve su evolución con ese cambio después del nazismo y de Heidegger y hace su alternativa a él.  Como puedo responder a la justicia a través del rostro del otro.

El acercamiento al otro es vertiginoso y sacude para que se pueda hablar de justicia. Para Ricoeur en sí mismo como otro, el vértigo nos lleva a abordarnos como otro, ¿se puede? Respeto es distancia para Ricoeur. Es en términos auditivos, para Levinas, no es visual. Teología y ética son las dos tablas de la ley. Dios es creador y pasa al otro siempre en el otro. Atributo de Dios es un mandamiento con el otro. Vemos que el pensamiento levinasiano no se agota ni logra encasillarse, es poesía misma que nos obliga a cuestiona la violencia de nuestras relaciones ensimismadas y dotarlas de justicia, de rostro, de distancia y respeto que nos inviten a no buscar dominar y ver la fragilidad en todo y su necesidad de ser ayudado por nosotros aún y en especial, desde su silencio más profundo.


Atrapar al otro para ayudarlo pero se esfuma, ayudarlo mejor en apertura


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