Los humanos somos como animales pero el extra es pensar y somos animales simbólicos que interpretamos símbolos nuevos. Quizás eran unas palabras en el principios y vamos inventando otras con un código genético de base diría Chomsky. El lenguaje es vivo y se reinventa. Los límites del lenguaje son los límites de nuestro mundo y hasta ahí llegamos. Por eso debemos estimularnos y ser menos animales y más pensantes sin por ello dejar de lado nuestra parte sensible que debe estar a nuestro servicio. El tiempo transcurre también a nuestro servicio centrándonos en el presente y en la acción nos diría Levinas para asistir a todo otro. Intuir es para poner en palabras y activarlas para comunicarnos mejor con todo otro. Aterrizarnos es ponernos en palabras para el otro, en especial para escucharlo y atenderlo en sensibilidad. A través del lenguaje trastocamos nuevas dimensiones y creamos para servir al rostro de todo otro y asistirlo. Nos cuesta trabajo poner en palabras. El alma es más grande que el cuerpo material y materializar es aproximar y hacer real para, siempre para el otro.
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