Hoy es un día extraño que después de mis rezos y estudios matutinos me exigió mucho trabajo emocional y me siento agotada y confundida. Esta pandemia nos reta en todo momento y el sufrimiento generalizado es intenso. Después, es continuar y seguir sirviendo a Dios con alegría y me pregunto qué necesita de mí. Me despendo de muchos seres con los que he trabajado de manera intensa en mi vida porque el trabajo y las demandas existenciales me sobrepasan y a ellos también. La situación actual es fuerte y el virus nos cuesta mucho, era latente para epidemiólogos desde el sars. Nos recuperaremos pero el chiste es actuar para el futuro y eso no se hace y se avienta el problema. La educación colapsa y los niños deben fomentar la creatividad y participación y cooperación. Tenemos que motivar a los niños y ser parte de esa creatividad. Es preguntarse y desarrollar habilidades y ayudarnos y llenarnos de luz con infinitos proyectos y entender cosas sobre el mundo. En casa es difícil pero no imposible y quizá ello da bases para un mejor trabajo en casa que complemente el trabajo en la escuela y nos llene de luz. Creo que debemos abrirnos a los niños y a su energía nueva, a sus preguntas y luz y llenarnos de nueva vitalidad para enfrentar mejor estos tiempos. Y claro, prevenir después, ya no caer en un regreso a la normalidad que olvide y se deje llevar a la nada de nuevo, involucrar más a las emociones y al compromiso con el otro y con nuestro planeta en todo momento.
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