Charlatanes y superficiales:
charlatán es el
que quiere manipular a la audiencia y superficial es de la vida mental de cada
uno, dice Ávila profesor en filosofía cómo parte de la catedra de filosofía, un
espacio de todos. Para evitar caer en las garras de un charlatán es deseable
tomarse la propia existencia en serio y avanzar desde ahí, cuestionar los propios
valores y quiénes somos y cuál es nuestra aportación al mundo a cada paso de
nuestras vidas. Claro que en algún sentido somos todos charlatanes nos diría
Jankélevitch pues desde pequeños aprendimos a utilizar diferentes estrategias
para mentir y es un trabajo de vida el zafarse de esas estrategias y sus
mentiras asociadas. Primero hacerlas conscientes y después sacudirlas de nuestro
actuar. Se arraigan en nosotros como partes de estrategias de supervivencia que
responden a diferentes intereses y en el fondo a un egoísmo anclado en el miedo
de perder aspectos materiales o ciertos espacios ganados muchas veces con gran
esfuerzo y no por ellos nos defienden de la mentira y la manipulación. Así como
en este mundo nadie está libre de pecado, nadie está libre de mentir y mentirse
a sí mismo y un paso más lejos es manipular a otros con mentiras. Por eso,
embonar en el sistema parece deseable, sin embargo, a menudo ese lugar implica
ya un grado más elevado de mentira. Pero mantenerse fuera del sistema es un
reto mayor porque los que necesitan que entres en el sistema te acorralan. Cuando
un sistema se sacude es también un reto mayor, en guerras por ejemplo o en
situaciones de crisis como la pandemia que estamos viviendo. Me parece que es
central cuestionarlo todo en estos momentos y redefinirnos con más certeza para
entregarnos a la ayuda a todo otro con claridad y decisión. Los tiempos nos lo
exigen.
Podemos definir nuestro paisaje interior y proyectarlo hacia afuera con claridad para asistir a todo otro de la mejor manera posible.
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