Grace Nehmad

jueves, 24 de septiembre de 2020

La vida y la obra, por su congruencia

 En la distancia entre la obra y el autor hay muchos cuestionamientos. Si vamos profundo veremos las imperfecciones de todos los autores pues son humanos imperfectos. Sus obras en cambio se elevan y adquieren una santidad que viene con su carácter espiritual y se eleva aún más con la muerte de los autores. Un Heidegger o un Wagner son ejemplos de estos problemas y como humanos podemos aceptar sus obras y elevarlas con lo que sabemos de ellos o seríamos incongruentes y si nos vamos más profundo y nos hacemos más exigentes veríamos los defectos de los hombres que han dejado obras monumentales. Sin embargo la ética sí puede darnos una línea directriz. Lo malo es que se vuelve complejo pues por ejemplo rechazamos a Picasso por mujeriego y a Van Gogh por bebedor pues es muy probable que su suicidio esté relacionado con sus adicciones. El problema no es sencillo de responder. Cada uno decide hasta dónde y qué acepta. Lo malo es que necesitamos ejemplos para seguir a los hombres y a su obra de manera terrenal e interrelacionada. No tengo soluciones pero sí sé que no puedo aceptar lo que sea en un autor para ser capaz de admirar su obra y seguirla y que acepto que somos humanos imperfectos pero necesito cierta congruencia. Sí me decepciona encontrar defectos en los autores que valoro. Nuestra flexibilidad y apertura es importante pues cerrarnos mucho sería como no aceptar al otro y la apertura sin líneas directrices nos pierde y pervierte, estar presentes y responder en cada caso. Levinas me parece muy ético y coherente en vida y obra pero incluso él tardó en ser reconocido en Israel y en varios sentidos cargaba con los estragos de su experiencia como sobreviviente de la shoah.


Los planos convergen, la vida y la obra deben

ser coherentes y congruentes tomando en cuenta nuestras imperfecciones humanas. No todo es aceptable y ninguna obra justifica la falta de ética terrenal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario