Grace Nehmad

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Jung y la sombra y Levinas

 

 

Jung y la sombra y Levinas

Jung y Freud rompen en 1912 el psicoanálisis se matiza de diferentes maneras en sus búsquedas y sus diferencias fueron en particular respecto a la libido que para Jung no es sólo sexual, es también simbolismo. Llamó mi atención el tema de las sombras y su interpretación de ellas, nuestro lado oculto. Su teoría del inconsciente colectivo es también muy llamativa y me convence, pero aquí quiero detenerme en lo que leí de él sobre la sombra. La sombra contiene nuestras represiones y angustias. La sombra en el ser humano a menudo se presenta sin ser conscientes de ella ni de sus efectos y debemos contactar con ella. La sombra es el mal dentro y si se reprime hace daño y el miedo la multiplica y se va a los sueños. La sombra guarda dualidades y secretos.

Como en el retrato Dorian Grey era hombre y acuerda con diablo ser eterno y mantener su belleza. El cuadro que le hace un pintor muestra su parte maléfica, era su sombra y lo manda al sótano, un desplazamiento no es deseable pues la sombra gana poder cuando la reprimimos. Al final destruye su pintura y muere con ella. El camino es el de aceptar a la sombra y aceptarnos. Es deseable verte como eres y no idealizar y no acusar a otros, no proyectar. Podemos hacer una reflexión seria y cambiar.

Tu sombra está ahí siempre, puedes dialogar mentalmente con ella y reintegrarla de manera sana a tu ser. Se trata de ser compasivos, aceptar dualidades y trabajarlas sin evadirnos.

Reconocer nuestras sombras es poder vernos en el espejo y no caer en falsas morales lograr los valores éticos soñados más allá de la dualidad, superándola. Para Levinas, la o las sombras son nuestro egoísmo, parece que diría lo mismo que a Freud, si te centras en el otro, la sombra desaparece y la duda se repite, cuando hay una enfermedad mental, por ejemplo, el otro está muy lejos de ser alcanzable por el paciente. Y Levinas tiene razón, centrarse en el otro es una gran solución a nuestra enfermedad social, pero quizás nos faltan puentes. Si en la práctica hay un problema mental debe atenderse, si como sociedad no aceptamos dualidades ni sombras y tenemos falsas morales difícilmente podemos atender al otro y abrirnos a sus necesidades y particularidades, escuchar.

        Creo que hemos mandado al sótano demasiadas oscuridades y si queremos cuidar del otro, es necesario también atender a la par sombras y dualidades.


Aclarar sombras ocultas, liberar al inconsciente y centrarnos

cada vez más en el otro son tareas que podemos

trabajar a la par para

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