La fenomenología de Husserl y
Levinas
La fenomenología
de Husserl revoluciona a la filosofía con sus aportaciones y origina al existencialismo
y al pensamiento de Heidegger, así como a la hermenéutica. Vamos a explicar
aquí de qué se trata la fenomenología de Husserl. Los ojetos están ahí y su
existencia no existe por mí, pero cobran vida de alguna manera y son fenómeno cuando
aparecen y se hacen visibles para mí.
Así, el objeto real existe antes de mí y se
convierte en fenómeno cuando depende de mí ya que lo he mirado. Entonces está ante
alguien y se da una correlación entre el fenómeno y el acto del sujeto, diriges
hacia él tu energía, tu mirada y le das vida. El reloj de la abuela tiene un
significado especial para mí y le doy vida. Con mi acto de escuchar le doy vida
al sonido que como fenómeno es dependiente de mi descubrimiento de él. El
fenómeno es evidente y aparece ante mí, no requiere de ningún supuesto. Husserl
separa entonces el conocimiento positivista que usa el método científico y el
conocimiento de fenómenos sociales, de origen humano que descubren un yo puro a
lo que llama reducción fenomenológica. Entonces, es cuando hay una
intencionalidad en dirección al objeto que es resignificado por mí. Husserl es maestro de Levinas y Levinas
rescata a la fenomenología y se aleja de Heidegger. Pero hay un problema, el
centro en el sujeto que da vida no parece cuadrar con podernos al servicio del
otro. Esta sensibilidad despierta no parece tener sentido en Levinas si el
sujeto está al centro del escenario. Claramente es necesario redireccionar esa
intencionalidad y no tomar al otro como objeto sino casi convertirnos en su
objeto y que nos diga qué necesita de nosotros y nos resignifique. Así Levinas
también se aleja de las perspectivas positivistas y enmarca su obra en una
perspectiva fenomenológica humana que da significado nuevo al entorno y lo
humaniza, pero para ponerlo al servicio del otro. Así lo importante sería el
significado que me da el otro a cada momento y al reloj de mi abuela también
para ponerme enteramente a su servicio.
Los paraguas vuelan, les doy sentido, después,
miro al otro que me interpela y me adhiero
al sentido que él les da desde su lenguaje interior
para asistirlo.
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