Dice Levinas en Totalidad e infinito que debemos ser arrancados de la historia para mirarnos en los ojos del otro y ser para él. La memoria realiza la imposibilidad y asume la pasividad del pasado, es como inversión del tiempo histórico la esencia de la interioridad. Se trata de escapar de la totalidad y acceder al infinito a través del rostro del otro. La muerte es incertidumbre porque el ser al estarse terminando, no se termina en realidad. La muerte pierde el tiempo terrenal, pero nace en otra dimensión. La interioridad es tiempo que se resiste a morir y la discontinuidad de la vida interior interrumpe el tiempo histórico.
El secreto interrumpe el tiempo histórico desde las intenciones interiores y el pluralismo de la sociedad no es posible más que a partir de este secreto. La historia universal en cambio, sólo habla de totalidades. La muerte es intervalo entre el ser y la nada. Así, es tiempo muerto, es intervalo, es discontinuidad y secreto que abre la pluralidad. Me inspiran estas ideas levinasianas pues las categorías que encuentro fuera no me san un espacio en general y de diferentes maneras. Son demasiado rígidas y no logro estar de acuerdo con su manera rígida de rechazo. Abrirse a otras dimensiones mágicas y ser para, escuchar al tiempo interior y latir más fuerte con la evolución del universo, reinventarnos como una moneda que en movimiento nunca es ni águila ni sol, puede ser, ser para y abrir el infinito en el rostro del otro.
Compartir el infinito de las ideas en el tiempo interior de un café
No hay comentarios:
Publicar un comentario