La distancia que separa la felicidad del deseo es la misma que separa la política de la justicia nos dice Levinas. Tenemos el problema de egoísmo y del narcisismo que es más o menos elevado en distintas profesiones, depende. Pero podemos reconciliar aspectos humanos que nos acechan, podemos ir más allá del deseo. Se trata de un excedente que logra una expresión genuina que se entrega más allá de la voluntad. La felicidad se alcanza en ese plano. La política llega cuando la felicidad no proviene de manera genuina del excedente del deseo, el deseo egoísta se expresa y entonces requerimos de justicia porque los deseos individuales chocan. Dicen por ello que este es un mundo de mentira en donde la seducción intenta convencer al otro y hacerlo encajar en mi deseo para hacerme feliz. Sin embargo, será una felicidad acartonada y el otro deberá apelar a la justicia para liberarse de ese deseo que no es el suyo. Tenemos unión, la logramos más allá del deseo egoísta. Pienso que debemos cuestionar estos aspectos humanos y tratar de aclarar nuestros mundos para aclarar nuestros deseos y buscar lo autentico y genuino que une desde la justicia que llega por sí misma en libertad. Hay ideas y principios como estas que son excepción del espíritu humano que nos elevan buscando expresar sus conceptos en la experiencia. Es como la idea del infinito en mí, nos dice Levinas. Se trata de grandes idealistas que nos inspiran a superarnos y llegar más lejos. Podemos lograrlo unidos y pulirnos para llegar a esos estados de gracia anhelados, soltando viejos conceptos y antiguas formas de proceder. Aproximar para alejar nuestros equilibrios precarios de nosotros.
Cambiar, aproximar rostros y distancias
No hay comentarios:
Publicar un comentario