Miriam disfrutaba sus días en la tierra, a pesar de sentirse siempre niña e incomprendida. Los juguetes nunca calmaron sus deseos de abrazos y lo que necesitaba era amor, calor eterno, ¿quién podría dárselo? Quería seducir a todos sus seres queridos para llevarlos a compartir la alegría de vivir, se trataba de un juego, de un proyecto de vida fuera de los márgenes del cosmos por el hombre conocidos. Nadie la escuchaba, la encontraban primitiva y sus seducciones y pasiones no eran bienvenidas. Entonces llegó Luis a su vida, se unieron en un grupo de meditación en el parque. Todo pasado se hizo reversible en los ojos de Luis, sus fuerzas se deseaban, no había que sacrificar nada porque todo era regalo en multiplicación. El mundo monetario y todos sus extraños intercambios se sacudieron frente al encuentro de Luis y Miriam. Su amor iba más allá del consumismo y la producción. El cosmos y la relación entre los sexos se arreglaban en sus danzas que repetían ciclos meditativos fuera de todo destino, de toda muerte. Un tercer espacio se abría en sus intercambios. La seducción entre ellos era juego y discurso ilimitado de deseos de abrazos genuinos y amorosos que abrían todas las categorías. El desafío de la pareja sería mantener puro su intercambio de fuerzas y multiplicarlo para otros. Las penas de vida anteriores desaparecieron con su encuentro y proyecto de vida. Toda carencia anterior se justificó y su ejemplo inspiró a su grupo de meditación y poco a poco cada vez a más personas a buscar la alteridad radical en el otro en todos los campos, saliendo de los sistemas de acumulación en liberación en especial energética positiva desde el juego y la seducción.
Recreación de la huida de Remedios Varo. Miriam soñaba con escapar en un abrazo hacia su corazón compartido
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