Isaías 8:1
Y me dijo el Eterno: « Toma una tabla grande y escribe sobre ella en caracteres comunes: Maher shalal baz, el despojo se apresura; la presa se apura… y me acerqué a la profetisa que concibió y tuvo un hijo. Me dijo entonces el Eterno: “Ponle por nombre Maher shalal baz porque antes de que el niño sepa gritar “Padre mío” y “Madre mía”, las riquezas de Damasco y los despojos de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria”… “Ata el rollo del Testimonio y sella la ley entre los seguidores. Y yo puse mi confianza en el Eterno que oculta Su rostro a la casa de Jacob y Le esperé. He aquí que yo y los niños que el Eterno me ha dado como señales y maravillas en Israel por parte del Eterno de los ejércitos que vive en el monte Sión.
Los milagros acontecen y debemos esperar. Los bebés, como dicen, traen su torta, porque nos reconectan con la pureza del origen y permiten enmendar los caminos en teshuba y volver a construir desde el bien y la luz, lejos de los caminos torcidos del materialismo y de los adivinos y supersticiones, cerca del estudio de la Torá, del estudio en general y de la plegaria para ayudar más y mejor a todo otro.
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