En el ir y venir de lo deseable o no deseable, nos dice Levinas en Dios, la muerte y el tiempo, al tratar de aproximar al otro, Dios es arrancado de la objetividad de la presencia y del ser. No es ni objeto ni interlocutor en un diálogo. Su trascendencia está ya en mi responsabilidad y es no erótica por excelencia. Entonces Dios no es sólo Dios, es otro más allá del otro. Dios es trascendente más allá de toda trascendencia, hasta la ausencia. En todo desinterés y sustitución reside en nobleza y la trascendencia del infinito se eleva hasta la gloria, es verdad diacrónica sin síntesis y más allá de todas las verdades que se confirman. La comedia divina es responsabilidad y sin ello la palabra Dios no tendría sentido.
Me encanta conectarme con estas ideas y elevarme a ese lugar de ausencia que lejos de desconectarse, se conecta profundamente al Uno y es totalmente responsable. Este lugar lo visito a menudo en profundos estados meditativos en los cuales me gusta abrazar la tierra y jugar a iluminarla en amor y cuidado, en responsabilidad infinita.
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