La política responde a la cólera pues a menudo hay exaltaciones y contestaciones y querer reivindicar derechos y dignidades. Es difícil enfrentar la cólera. La democracia es quizás una manera de responder a las cóleras con un principio de acuerdo y para evitar la violencia. Hay políticas que no responden y que a veces instrumentalizan las cóleras. Las ideologías dominan y van debajo de la cólera y el corazón a veces se radicaliza y se vuelca hacia lo negativo. La democracia debe evitar estos radicalismos y regular y escuchar y tomar en cuenta las necesidades en justicia y lejos de la destrucción. Podemos rebelarnos como principio de la historia. La revolución francesa y sus valores de libertad, fraternidad e igualdad es vanguardia en ese sentido. Es muy válida la oposición constructiva y pacífica y el aprender a escucharnos. Emile Zola con su famoso escrito j´accuse en contra de los abusos del caso Dreyfus en 1898 y publicado por el periódico la aurora en forma de carta abierta al presidente, es considerado el primer intelectual moderno en este sentido. Podemos oponernos pacíficamente y defender la verdad y la justicia. La modernidad nos trae esta ventaja y ahora con más fuerza a través de las redes. Tenemos la capacidad de oponernos y de denunciar, buscando elevarnos unidos hacia una sociedad más justa y pacífica. Claro que debemos también ahora tomar en cuenta los lados oscuros de las redes y de las protestas sociales que amenazan con radicalizarnos y llevarnos a la violencia, lejos de ser un canal político adecuado para superarnos como sociedad y como individuos.
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