Grace Nehmad

lunes, 3 de abril de 2023

Dilemas éticos de la obra, su propiedad, integridad y transmisión

Dilemas éticos de la obra, su propiedad, integridad y transmisión

¿La propiedad de las obras de arte de quién debe ser?, ¿de los textos y su transmisión o traducción? El autor no caminó sólo, más bien se puede dejar que el autor tome otro lugar. La figura del autor no es su persona. Se trata de liberarse del autor y comprender el mundo imaginario del lector. La unidad del texto se completa con el lector, su obra no le pertenece y quizás el nacimiento del lector debe matar al autor como decía Barthes. Es verdad que de todas maneras los autores no desaparecen nunca. Además podemos jugar con la idea de que el autor posee a mucha gente detrás que cocrea con él. En nuestra época contemporánea se reconocen más estas influencias y al mismo tiempo tenemos que comprender que el autor es el autor y que a pesar de esta aceptación, él y sólo él debe enfrentar el derrotero de su obra y sus palabras. Después vienen los autores y sus características y sus traducciones. Son distintos planos de transmisión que incluso sobrepasan la vida y la muerte. El texto nos comparte y transforma. Y todo texto debe traducirse independientemente de las características del autor. Quizá  se puede y debe traducir todo y al mismo tiempo, de manera estricta nada es traducible. El autor y su texto, el autor y su tiempo, el autor y sus características, preguntas que podemos hacernos y trascenderlas.

De acuerdo con Levinas en Dios, la muerte y el tiempo nos regresa a Descartes para conectarnos con el infinito en lo finito de nuestra existencia y ya no sólo en la fenomenología Husserliana de la intencionalidad. Se trata de regresar a la representación de la intencionalidad. Lo finito no comprende el infinito, pero se abre a él, a su excedente que representa, al otro. Se abre la diacronía en nosotros. El sujeto regresa a su inmanencia y despierta al infinito, lo acoge. El amor es posible por el infinito que entra en mí y va más allá del interés, es amor sin eros, trascendencia ética. El yo es aquí la pasividad más pasiva que toda pasividad. La ética no es ya un momento del ser, pero otra manera de ser y mejor que ser. Entonces se llega a la responsabilidad y se instala lo divino en nosotros para servir a todo otro. Los jasídicos caminan en este mundo arriba y abajo nos dice jok le Israel en levítico. La conexión con el mundo superior no debe perderse y tampoco la humildad, en mundo terrenal de abajo y todo acto o pensamiento repercute arriba y abajo. Las palabras manifestadas aquí afectan arriba y después se nos regresan. El diálogo es central, dice el Rabino Yerajmiel Barylka en radio jai para sacar a Egipto, la esclavitud, de nuestros corazones. Entonces vemos que el texto hoy cobra vida con nuestra conciencia y responsabilidad, desde el diálogo y el movimiento, pues de otra manera permanece un texto muerto y sinsentido. 

Dice Buber en Cuentos Jasídicos, Que las historias cobran vida con fuerza desde la plegaria de los jasídicos. De ahí, nos dice Buber, también es importante saberse contar la propia historia para continuar existiendo. La Torá con sus historias no pretende castigarnos, pero alertarnos y enseñarnos su infinito sentido de responsabilidad. 

El dilema ético con los textos y sus autores se va acarando aquí, pienso que debemos tener especial cuidado al abordar los textos que llegan a nosotros y asumir nuestra responsabilidad al transmitirlos, con o sin traducción. El conocimiento humano es un acervo vivo y latente que es nuestro para acceder a él y transmitirlo, pero con esta conciencia dentro. Lo que hemos mencionado es importante y el dilema ético debe replantearse y recuestionarse a cada paso para saber que es una responsabilidad traducir y transmitir los textos. No es válido prohibir traducciones desde la no aceptación del derecho a ser traductores independientemente de las características de cada traductor y ceñirnos a la calidad de las traducciones y a la responsabilidad de la transmisión.

Debemos responsabilizarnos por la difusión y uso igualitario de los textos, concientizarnos de la importancia de los autores, pero también de los coautores y de los lectores que completarán y vivirán todo texto. Me parece que hemos engrandecido a los autores y los alejamos de la humildad que necesitan para ayudar más y mejor a todo otro. Me parece que debemos responsabilizarnos de todos los niveles de transmisión de los textos que también se materializa en los cuentos y las historias que se cuentan a los niños en la escuela y a través de sus madres y maestras. Debemos preocuparnos por dar vida a las palabras, como quise transmitir en el sentido de las palabras y Levinas, creamos y materializamos con nuestras palabras y el dilema ético debemos cuestionarlo en conciencia a cada paso incluso desde el decir o no, dar el poder de hablar o no, difundir o no. Son temas complejos, pero deben enfrentarse y buscar mejores soluciones a cada paso, comenzando por el cuestionar, abrir la información desde la educación y tomando en cuenta estos factores. Cada uno debe responsabilizarse por sus palabras orales y escritas, por su vida y fuerza de transmisión.





Propiedad del arte, 
llueven palabras, viven en el autor y su texto, lo trascienden y son para el mundo, en ética y conciencia, en responsabilidad

  

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