Perashá Haazinu
32:1 ¡Escuchad, oh cielos y hablaré; que oiga la tierra las palabras de mi boca!
Mi enseñanza caerá sobre vosotros como la lluvia y mi palabra fluirá como el rocío, como llovizna sobre los tiernos brotes y como aguacero sobre la hierba.
Cuando invoque el Nombre del Eterno, glorificad a nuestro Dios. Él es la Roca y Sus obras son perfectas, como perfectos son Sus juicios, Su fidelidad y Su rectitud.
La corrupción no es de Él sino de sus hijos, integrantes de una generación perversa y torcida.
Así pagáis al Eterno, oh pueblo ruin e insensato?…
“Exaltad, oh pueblos, al pueblo Suyo, porque Él vengará la sangre de Sus siervos y castigará a sus adversarios; hará la expiación de la tierra y de Su pueblo”.
Vino Moisés y entonó todo ese cántico en los oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun. Moisés concluyó sus enseñanzas a todo Israel diciendo:” Poned vuestro corazón en todas las palabras que hoy puse como testimonio ante vosotros y comunicadlas a vuestros hijos para que también cumplan todos los mandatos de esta ley; pues no son cosa vana para vosotros: son vuestra vida. Por ellas podréis prolongar vuestros días en la tierra que heredaréis cuando hayáis cruzado el Jordán”.
Y son la vida misma porque nos elevan espiritualmente al hacer nuestra misión asistiendo en su cumplimiento al rostro del otro en amor.
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