Perashá Vezot- haberajá
34:1, Y Moisés subió del llano de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, que está frente a Jericó y el Eterno le mostró toda la tierra de Galaad, hasta Dan…: “Ésta es la tierra que juré a Abraham, a Isaac y a Jaacob diciéndoles:”A tu simiente la daré”. Te la hice ver con tus ojos pero no has de pasar allí. Así Moisés, siervo del Eterno, murió allí en la tierra de Moab, conforme a la palabra del Eterno. Él mismo lo sepultó en el Valle, en la tierra de Moab, frente a Bet Peor y nadie conoció su sepultura hasta hoy.
Moshé vio la tierra prometida que no pisaría pero la conoció de alguna manera viéndola. Es verdad que fue consecuencia de sus actos el no poder pisarla, pero a veces los ojos nos permiten cerrar círculos importantes y creo que también ese círculo lo cerró Moshé para todo su pueblo a través de la mirada y no saber dónde está su cuerpo nos permite vincularnos con su legado de manera más espiritual. Estos hechos nos hacen conscientes de la espiritualidad que podemos desarrollar a través de la mirada y del más allá de lo físico que debemos desarrollar en nuestra existencia terrenal, relaciones físicas y espirituales que pueden dirigir nuestra vida en la tierra de manera más profunda y vinculada a Hashem y a todo otro, a nuestras raíces y transmisión para ayudar más y mejor.
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