Hay mecánicas de vida trágicas y necesitamos viajar en diferentes mundos y respondernos. El vocabulario es simple y hay ídolos del antitrágico. Pero quizá podemos caer en la falta de realismo, la incapacidad de ver la realidad como es. Un Nietzsche es trágico y busca una realidad trágica que confronte con la realidad. Él le dice sí a la contradicción y a la guerra y se nombra el primer filósofo trágico. En realidad el concepto lo inventan los griegos pero le da un sentido nuevo, es quizá pesimista realista y se explica en lo trágico. Es decir que acepta la existencia dual y es dionisíaco en esta figura mítica y es más allá de la fenomenología y del existencialismo. La obra de arte por excelencia para él es lo trágico en aceptación. La voluntad es la obsesión de Schopenhauer y es que somos seres de voluntad pero en aceptación de lo trágico. La dimensión humana es importante. Dios para ellos no ordena todo y debemos se aceptar nuestras tragedias. Podemos decidir ser felices dentro de nuestra tragedia de vida. La vida no responde a nuestros deseos. Nuestros deseos no pueden ser satisfechos, empezando por el deseo de vivir eternamente. Pero me parece que un Levinas lo resuelve mejor en el monoteísmo que cree en la virtud que te ayuda a superarte. Las preguntas éticas que nos sostienen y dan sentido a nuestras vidas en el buscar hacer el bien. Ayudar y elevar a los espíritus. Podemos sentirnos mejores paso a paso y ayudarnos unos a otros. Hoy me gusta hablar de estos teóricos para ir más allá de ellos, sí podemos aceptar las contradicciones existenciales e ir más allá de ellas buscando virtud y superación paso a paso.
Ver lo trágico de la vida y sobrepasarlo
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