En el habitar y lo femenino en totalidad e infinito nos dice Levinas que el recogimiento es suspensión inmediata que solicita el mundo, en vista de una mayor atención a sí mismo que coincide con el éxtasis inmediato. Un ser debe saberse desnudo y sobrepasar el éxtasis del placer. La existencia es vida y debemos entrar en recogimiento. La familiaridad del mundo y la intimidad son necesarias y la intimidad se da con alguien que es lenguaje trascendental. El trabajo con el otro arranca los elementos y descubre al mundo. La naturaleza se transforma en mundo. La mirada contempla y el recogimiento es espera y el nacimiento del mundo se da a partir de la espera, nos dice Levinas. En mi casa es antes que para mí y luego devendrá para todo otro, pienso yo.
La casa, nos dice Levinas, funda la posesión en una interioridad esencial que es femenina y la habitamos y queda abierta en nosotros como recibimiento mismo de la espera.
Tenemos que aprender a jugar con esta espera femenina y recogimiento para habitar la casa, nuestra casa y después el mundo. Me parece determinante este punto y puente a la intimidad con la energía femenina y nuestra voz en el mundo desde la espera y el desprendimiento, el cuidado adecuado de la desnudez para poder salir al mundo y habitarlo en una era mesiánica.
Nos habitamos y sólo así podemos vestirnos adecuadamente y salir al mundo
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