Dice Levinas en
autrement qu´être, el regreso periódico del escepticismo y de su refutación
significa una temporalidad en dónde los instantes se rehúsan al recuerdo que
recupera el re-presente. Así el escepticismo atraviesa la racionalidad o la
lógica del saber, es contradicción visible a la reflexión que la rechaza. Es el
decir frente a lo dicho en su equilibrio y su justicia. Hay un intervalo entre
lo dicho y el decir donde se encuentra el escepticismo. La filosofía no se
separa del escepticismo y lo sigue como a una sombra, nos dice Levinas. Y la
última palabra le pertenece a la filosofía, el decir se gasta en dichos. En este
juego, la responsabilidad por el otro precede todo discurso entre lo dicho y el
decir, toda duda, es un imperativo categórico anterior a todo, es religión y
acto de fe. De alguna manera el discurso filosófico traiciona la proximidad de
todo otro y su responsabilidad en sus juegos, su acción.
Es importante
saber que lejos de todo distanciamiento escéptico y antes que el está el otro,
sin dudas y mi responsabilidad por él. Pienso que, si nos quedara claro esto,
los problemas de relación desaparecerían con el otro al centro, sin falta de
claridad. Acción sin dudas ni miedos, aunque para seguir madurando se abran el
recorrido y la reflexión, sabee que aún en este intervalo, el otro va primero.
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