Spinoza habla de perseverar desde dentro a
partir de los seres vivientes con un instinto de conservación. Atacas para
defenderte porque te sientes agredido. Te confrontas para sobrevivir y depende
de la fuerza del adversario. El instinto de conservación viene de un deseo de
vivir. El cuerpo reacciona para defenderse y quiere perpetuarse ante las
amenazas. Nos nutrimos para perseverar en el ser pues es necesidad, es deseo
natural y necesario para cubrir las necesidades fisiológicas. Necesitamos alimento
para continuar en vida. Necesitamos el sexo para reproducirnos. La carencia
motiva la intención de satisfacción, es esfuerzo que Spinoza llama conato, pero
es como fuerza neutra para conseguir lo deseado. Es juego de fuerzas y
contrafuerzas, es como un impulso, es fuerza interior que anima lo interior. Es
principio deseante. Somos seres de carencia y deseo. Se retoma y renace. Deseando
crece en nosotros la acción y sin deseo nada haríamos. El deseo nos pone en
movimiento. Un objeto inanimado trata de perseverar en el ser y no se
desintegra. El conato es fuerza existencial que hace que todo objeto exista
para Spinoza. La materia se queda ahí porque persiste en la existencia, podría
no permanecer. Existir es luchar contra la degradación de la materia. Luchar
contra la nada y el chiste para mí es pensar en la intención de la lucha, tratar
de empujarla fuera del egoísmo y hacia el asistir a todo otro en amor. A menudo
nos atoramos en nuestras propias carencias y no logramos empujar el deseo hacia
el otro con el fin de ayudarlo, es también enamorarlo y hacerlo sentir único y
especial. Abrirnos a su llamado y darle lo que nos pide para salir de la nada y
vincularnos unos con otros en amor. Levinas lo llamaría Il y a, o hay, salir de la nada al vínculo con el otro.
Encontrar el camino al vínculo y avanzar desde ahí en amor
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