Grace Nehmad

lunes, 2 de noviembre de 2020

Karl Marx en "El Elogio del crimen" y Levinas

El elogio del crimen es un texto poco conocido de Karl Marx que publicó en 1860 como apéndice del libro, concepción apologética de la productividad.

En dicho texto, el autor de alguna manera justifica al delincuente y al mal como motores de luz y cambio en la sociedad dado el estancamiento social al cual empuja la filosofía. Su argumento es como sigue. Nos dice Marx, si el filósofo produce ideas, el poeta, poemas, el delincuente, delitos y también al derecho penal y a las lecciones del maestro como formador en contra de los delitos y delincuentes. Así, cada rama en la economía produce diferentes capacidades del espíritu humano y de la división social del trabajo. Así también obtenemos la producción moral y trágica de la humanidad. El delincuente rompe con el estancamiento burgués y da un impulso a las fuerzas productivas y es compensación natural que influye en el desarrollo de la productividad mediante equilibrios extraños.

El delito obliga a descubrir nuevos medios de defensa y delitos nacionales y al campo mundial. El árbol del pecado es motor del árbol del conocimiento. Los delincuentes son así los filisteos actuales que son detonados por la sociedad burguesa que empuja al estancamiento. Me parece que Levinas estaría muy en desacuerdo con estas ideas pues el mal no tiene justificación posible en su obra y los responsables son responsables y punto. Esa energía utilizada socialmente para combatir a los delincuentes es energía creativa desperdiciada pues podría utilizarse para otros fines y necesidades sociales. Marx quiso culpar de todo mal a la burguesía y defender a la clase oprimida pero dichas generalizaciones no encajan en la obra de Levinas, la relación de escucha y asistencia debe ser pura, libre de etiquetas y es uno a uno para multiplicarse de ahí, desde un rostro que me interpela sin interferencias de clase. Además, me parece que el mal es mal y es injustificable en ninguna de sus facetas. Debemos pues de apegar nos al código ético de la Torá, nos diría Levinas.


Nada se puede elogiar si lleva al mal, tampoco los bellos colores y formas de una obra de arte, ni el autor que las produce, la responsabilidad es central en toda creación humana y sus consecuencias deben ser atendidas en congruencia


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