El tiempo en Borges y Levinas
Tiempo, soy fuente.
El tiempo es flujo y tiene fin como cuerpo y alma, es cosmos y caos,
materia en movimiento.
La realidad es tiempo que corre, tiempo que vuelve.
El espectador de la vida debe estar preparado para su brevedad.
La vida es río fugaz y cambio.
Misterioso tiempo somos, hechos de tiempo, frágiles y mortales.
El yo actual es ya un yo por venir y la identidad es ilusión, es quizá un
encuentro efímero con uno mismo.
¿Cómo te reconoces?
¿Qué hacer con mi tiempo?
La naturaleza del tiempo en
San agustin dice, “si no me lo preguntan, lo sé, si me lo preguntan lo ignoro”.
Es para Borges la perpejlidad esencial, si pienso en mí, no soy sólo lo que existe en este mundo, pero soy Borges, algo mio persiste, soy el mismo aunque recuerdo poco. Cambiamos y somos cielos e infiernos. Para Levinas, el tiempo es para el otro y nada interesa sino es en función de él, para asistirlo. Dedicarle tiempo al yo no tiene sentido, soy para el otro. Y sin embargo, si veo de donde vengo y me proyecto hacia la redención es para asistir en lo concreto a todo otro, nos diría. Quizás suena utópico pero definitivamente gastamos mucha energía centrados en nosotros e incluso sin objetivos claros. La perplejidad es maravillosa y contemplativa, es quizá necesaria como lo es comer o dormir y coincido con Levinas en la importancia de enfocarnos más en el otro, siendo así más tiempo para el otro. Su rostro es reflejo divino que nos empuja a nuestra misión en la tierra para. asistirlo en acciones y proyectos.
El tiempo es proyecto en flor para asistir a todo otro.
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