Grace Nehmad

lunes, 11 de diciembre de 2023

Januká para todos, luz interior


Un poco de historia para la fiesta de Januká

Uno pensaría que los judíos y los antiguos griegos se iban a entender. Después de todo, tenían mucho en común. Ambos valoraban la sabiduría y la belleza. Muchos filósofos griegos llegaban a reconocer una única, gran mente detrás de todo el universo, similar al monoteísmo judío.

Bueno, de alguna manera lo lograron. Desde los tiempos de Alejandro de Macedonia los judíos toleraron la dominación griega. Muchos judíos estudiaron filosofía helenística y el rey Ptolomeo hizo traducir la Torá judía al griego. Pero, cuando el rey Antíoco trató de "hacernos tragar" el helenismo, ahí nos rebelamos.

Fue la primera vez en la historia en que un pueblo no luchó ni por su país ni por sus vidas, sino por sus creencias y su derecho a la libertad religiosa. (De Jabad)


Pienso que siempre en el judaísmo queremos rescatar nuestro interior, la conexión divina con el cosmos, con el Creador, nuestra vela interior y en Januka recordamos nuestra historia y su milagro, pero es también momento para prender nuestra llama interior y no dejarnos seducir por el materialismo, recuperando el valor de cada ser humano y su unicidad dentro del universo, en amor y vinculación que nos eleva para enfrentar el caos del mundo terrenal. 


El aceite puro para la fiesta de Januká era bendito por el sumo sacerdote. La tenacidad judía por cumplir con sus severas leyes de pureza e impureza volvió locos a los racionalistas griegos. Fue por este motivo que, al saquear el Templo Sagrado, contaminaron todas y cada una de las ánforas de aceite que pudieron encontrar. El empecinamiento de los judíos los exasperaba. ¿Por qué era que los judíos insistían en vivir en una realidad que nadie más podía percibir, imposible de verificar por pruebas empíricas? Presenten una prueba, traigan una evidencia que el aceite de oliva "puro" es realmente más refinado o superior al aceite "contaminado" y aceptaremos vuestro ritual religioso. Pero los judíos no podían presentar ninguna prueba terrenal que demostrara que este aceite tenía alguna diferencia con los demás aceites. Lo único que tenían era su fe en una norma que solamente existía en el ámbito de su espíritu. (De Jabad).


Y el milagro ocurrió, el aceite permaneció encendido. Recordar este milagro es unirnos al milagro de la creación, de la vida y ser parte desde el derecho a encender nuestra luz interior espiritual todos los días, cada uno desde sus particularidades en diversidad y respeto que nos eleva y enriquece. Felices fiestas a todos.


Grace Nehmad.

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