Pienso que es determinante en nuestro desarrollo y retroalimentación el cómo leemos cuanto nos acontece y todos los textos que llegan a nosotros. Como dice Barthes, el lector completa todo texto y podemos ser creativos con nuestras interpretaciones como lo venimos viendo. Vinimos incompletos para pulirnos y mejorarnos a cada paso y a otros desde ese excedente que propone Levinas. Sin embargo, en Analogía y barroco en la obra de Beuchot, nos dice Oliva Mendoza en Teorías y discursos críticos en México, Ensayos introductorios a filosofías mexicanas como conclusión de su ensayo que los caminos luminosos quizás no están cifrados en la razón humana, sino en una forma de vida más simple y regulada de forma no preferentemente lingüística, sino especialmente perceptual y sensorial, como la forma constante del animal, las plantas y la tierra que nos sostiene, estoy de acuerdo, pero tal parece que estamos mezclados y creo que la idea es lograr aproximarnos más a esa simpleza y claridad directas que ya no necesitan palabras. Lo que he intentado en mis caminos de investigación es tender puentes que nos lleven a esos lugares y después nos permitan soltar toda complejidad, quizás todas las palabras, o las palabras ya serán la esencia de las cosas como en los tiempos bíblicos y no se prestarán a distorsiones. ¿Cómo podemos lograr que nuestra dualidad cuerpo-alma, sea más bien unidad? Como propone Levinas, me parece que en este plano aún estamos en el punto de la aspiración desde el excedente de la sustancia y el otro viene a ser una puerta importante hacia el infinito originario que anhelamos.
Que se enamoren nuestras flores y logren lugares existenciales más simples, libres y auténticos en esencia
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