Vivir de, nos dice Levinas en Totalidad e infinito, no es sólo representación de algo, no entra en las categorías de poder determinantes para la ontología aristotélica. El acto aristotélico equivale al ser en un sistema de fines y medios y allí la naturaleza humana se cumple en relación y funcionamiento. Ser feliz es entonces el acto que recuerda su poder y es el sobrepasar al ser. Entonces nos dice, la independencia de la felicidad no es posible en el orden de las sustancias, sino más allá de ellas. Un ser incompleto es ya apertura hacia el orden de la felicidad en promesa de independencia más elevada que su sustancia. Levinas se opone así a la saciedad y sostiene un deseo metafísico más allá de la vida, pero es verdad que los tejidos y estructuras que propician este deseo son la consumación de la comida de la vida que tiende a la verdad.
Me parece que debemos de esforzarnos por construir estas estructuras que son la comida de la vida y nos permiten aspirar a la verdad, a la felicidad más elevada y que tienen que ver con construcción de un cotidiano hecho de rutinas firmes y fieles, de tradiciones heredadas y construidas en unión y vinculación.
Correr a construir verdad en amor y unión
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