El marqués de Sade dio su nombre al sadismo que
es tomar placer del sufrimiento de otros y causó desafortunadamente gran
impacto. Era perverso inteligente y lúcido en sus elecciones existenciales que
da coherencia a sus ideas. Celebró lo monstruoso y ello nos asombra. Tuvo mucha
influencia y eso es difícil de aceptar pues llevó y sigue llevando a muchos a
actos malvados y no son aceptables estos vicios violentos. La humanidad no debe
inclinarse a ello. Es lo monstruoso inhumano y nos perturba. El problema viene
desde la dualidad y se justifica su inhumanidad desde la razón lo cual es terrible.
Tuvo empatía porque tenemos ese monstruo dentro y no lo aceptamos, nos salva su
mirada que no castiga a nuestro monstruo interior. Pero no me convence su
postura. Ese placer debe ser reorientado y curado. No tiene compasión y es
ubicar nuestro intelecto en valores elevados. Él invierte la moral. Nietzsche me
es más justificable en su voluntad de potencia. Es creatividad por sí misma que
también puede ser positiva al menos, tampoco la puedo sostener sin moral. Lo
interesante en Sade me parece es el aceptar nuestras pulsiones negativas y
violentas, eso revela y reconocemos nuestra verdadera naturaleza y así podemos conscientemente
trabajarla y cambiarla para bien sin vergüenza de lo que somos. Aceptarnos es
importante para continuar. Se trata de asumirnos para poder cambiar es
educarnos y reubicar nuestra crueldad de nacimiento en conciencia. Podemos
entonces pulir nuestro ser para ayudar y ser mejores. El mal es nuestro orgullo
egoísta, el sadismo es un ateísmo. El hombre es malo por naturaleza para Sade y
somos una civilización corrupta y mentirosa que hasta se inventó a Dios. Podemos
me parece tomar la parte de la conciencia del mal en Sade y educarnos para
ayudar a otros en amor.
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