La mirada de los otros es imagen y representación
que nos determina y Sartre dice que el infierno son los otros. Sartre quiso
decir que, si la relación con los otros está torcida, estaremos en el infierno.
En el existencialismo el ser humano es libre de tomar sus decisiones
responsables. Para Sartre somos nuestros creadores y nos construimos paso a
paso. La existencia es construcción de nuestra esencia que se realiza a través
de los actos. Ser sujeto es tener un punto de vista del mundo y nuestra marca
característica. Hacemos intercambios en el mundo. Las cosas son indiferentes y
como humanos no, tenemos conciencia y de ahí somos desde nuestra mirada. No
estoy en el mundo y ya, soy de alguna manera el mundo y mi manera de
experimentarlo. Cada conciencia es una parte y es encuentro con el otro. Soy
también objeto de una conciencia exterior. En nuestro mundo hay otras
conciencias y las miradas se cruzan. El otro me descentra y devengo objeto para
el otro, en su mirada. Soy elemento de su conciencia. En la mirada del otro soy
cosa y me retrae de mi mundo. Ser visto de fuera es ser cosa y la idea es
reencontrar el propio lugar en la mirada del otro. Algo nos escapa en el otro y
a la vez somos en realidad para el otro y de acuerdo con su mirada. Soy para mí
y para los otros. La mirada del otro me inquieta, pero no debería ser infierno,
nos miran y nos sentimos desalmados. No queremos dejar que nos juzguen. Es más
bien dulcificar esa mirada del otro y existir para el otro como dice Levinas,
sin miedo a ser objeto, soy en seguridad para ayudar a todo otro. Descentrarnos
es descubrirnos y reconstruirnos y podemos ser mejores y libres para el otro.
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