Grace Nehmad

martes, 13 de julio de 2021

El otro al centro de la decisión de obedecer

 

 

El científico Milgram en 1960-63 realiza sus investigaciones conocidas como “experiencias de Milgram”, para hablar de la sumisión a la autoridad. Lo investigó y resolvió en sus reflexiones, cada uno puede tener la suya. Según el autor y de acuerdo a sus estudios, encuentra que el hombre tiende a someterse contra su propia conciencia moral que se opone a la sumisión. En su estudio paga a participantes para ello sin decirles el experimento que hará. Debemos juzgar después y debemos ver como se hizo el experimento y no hablemos de más, pues deseamos tratar de comprender la naturaleza del fenómeno tal como Milgram lo quiso. Somos como todos a grandes rasgos y debemos responsabilizarnos. Los participantes obedecieron en su mayoría y parece entonces que la integración social jala fuerte por su carácter jerárquico de autoridad. La influencia es fuerte como se vio en el estudio y nos sorprendió. Ponemos mucho en la jerarquía social y respondemos a priori. Por ejemplo, la autoridad científica nos influye mucho hoy en día y necesitamos confianza en la estructura social. Ello nos golpea pues así pasó con el nazismo. La confianza es condición de coexistencia social. El hombre no puede recargar toda su confianza en la estructura social y sus representantes. Debemos aceptar este juego que es una realidad, pero debemos cuestionar y no seguir esta estructura sin límites, no obedecer sin más. No juzguemos al que obedece a la autoridad, estamos sujetos a diferentes obediencias sean legítimas o no. El problema no es obedecer es el obedecer ciegamente. Nos sometemos también a la moda y al consumismo, debemos de reaccionar y tener conciencia. La delegación de la responsabilidad no es justificable. Los estudios de -Milgram fueron criticados de sesgo. Pero me parece que más allá de lo estadístico, el estudio es relevante por la reflexión que nos provoca y la conciencia de nuestra responsabilidad y de no delegarla. Debemos obedecer cuando aplique y no hacerlo cuando debemos levantar la voz y oponernos. Pensando en el otro al centro, decidamos si obedecer aplica o no, no sólo centrados en los propios intereses en juego.


Obedezco pensando en ti, me opongo para defenderte

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