Grace Nehmad

martes, 4 de junio de 2024

Cuento de Moisés y Andrea

Andrea buscaba tener experiencias diferentes para inspirar su vida, pero experiencias de formas de vida con nuevas soluciones existenciales. Pensó en muchos artistas que se han buscado fuera de su entorno cotidiano para reinterpretarse y queriendo estar en un justo medio para existir en felicidad y equilibrio. Nada la convencía como experiencia ni tampoco su vida cuadrada , estancada y limitada de ama de casa de clase media. Le encantaba vender y experimentar sus artículos de moda para embellecer a mujeres de todas edades. Trapos  y joyería de fantasía. Andrea misma fantaseaba con sus compradoras para transformarlas dentro y fuera. Le gustaba hacerlas sentir bellas y solicitadas. Pero ya ni sus labores transformadoras animaban su existencia solitaria. Moisés la notaba desganada y trataba de animarla a un viaje diferente para repensarse. Quizá con el nido vacío era hora de cambiar de empleo y dejarse transformar ahora por alguien más.  Separarse es buscar la unidad en la diversidad para lograr la sinergia fuera de un bloque homogéneo, pensaba. La separación genera una energía nueva desde la crisis y la crítica. El cotidiano debía cimbrarse para Andrea y Moisés. Moisés, aunque supuestamente tan tranquilo, pragmático e imperturbable, también empujaba a Andrea a renovarse para modificarse él a través de ella.  Ambos ampliarían así su visión existencial y su proyección a futuro. El verano en puerta era el espacio ideal para dar este paso reflexivo. Moisés no se centraba en los viajes como motor de vida pero quería arrancarse de la certeza prometida y esta vez se animó a viajar con Andrea para verse desde fuera juntos y renovar sus pactos de vida individuales y de pareja. Moisés quería renacer juntos como pareja, para una etapa diferente con sus  hijos fuera de casa. Juntos se arrancarían de su cotidiano para reinventar su utopía de vida unida. Su trabajo como investigador podía encontrarse un tiempo sabático. Un viaje era un cambio que muchos humanos habían experimentado,  no sólo los artistas, y valía la pena probar para redefinirse desde un cotidiano que no permite cambios, ni si quiera repensarse. La utopía promete desde el irse a buscar para regresar desde la duda que replantea.  Y después de la pausa juntos, tendrían la oportunidad de reinstalarse en un cotidiano que hubiera encontrado nuevas claves de cuestionamiento constante.




Salirse para verlo todo desde otra perspectiva


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