Mariana estaba a la expectativa. Hacía sus tareas en la tierra y esperaba en silencio el momento. Era secreto porque nadie comprendería su espera, pero estaba segura. Es verdad que en los últimos tiempos se había ya cansado de tanta espera. Las horas, minutos y segundos se perseguían y nada nuevo pasaba. Es verdad que estaba segura pero no sabía de qué se trataba con precisión. Sería un gran cambio en su vida aburrida y predecible, eso lo sabía. Entonces pasó. Llegó Jorge a su vida y la voz de Mariana comenzó a ser escuchada. Al lado de Jorge, su ser interior se multiplicaba. Lo que no sabía es que Jorge se marcharía por trabajo después de unos meses y la dejaría sola en su vida monótona y repetitiva. Pero paso a paso, Mariana maduraba y encontró con Jorge que ella podía multiplicar su ser interior con todo otro. Comprendió que se encendería al despertar para despertar a otros y que Jorge había depositado ese conocimiento en ella antes de partir. Era todo verdad y sólo había cambiado su idea de eternidad de Mariana y Jorge pues ya no era física, pero ahí estaba y seguiría en cada nuevo paisaje que descubriría en su existencia.
Jorge dejó en Mariana el asombro por cada nuevo paisaje
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