El libre albedrío es decreto del alma en
Descartes y funciona de manera independiente de la materia, distinguiendo entre cuerpo y alma. El
espíritu es independiente. En Espinoza no es así. El hombre cree que es libre y
maestro de su cuerpo, pero eso es ilusión para Espinoza. Las nociones de responsabilidad y justicia se
desprenden del libre albedrío. Estos conceptos son revolucionarios, la voluntad es tuya y no
te puedes escudar en la determinación total. Es una noción no viable en
la libertad de acción y opinión. Pero, ¿somos responsables e independientes?
Para Espinoza nuestros actos son consecuencia de nuestras ideas y las ideas de nuestros
actos de manera mecánica. La interacción cuerpo y alma es raíz de estas condiciones
materiales de existencia. La visión de Descartes es la cristiana como en San
Agustín. Este libre albedrío es sólo del hombre. El animal no tiene este libre
albedrío porque actúa sin conciencia ni voluntad. Para Espinoza es ilusión
porque el hombre no tiene conciencia del origen de causas y efectos que llevan
a ciertas consecuencias. Podemos escoger, pero no las razones detrás, nuestra
elección es superficial. No escogemos deseos ni pasiones, los vivimos y somos
prisioneros del determinismo. Causas y efectos infinitos subliminales nos
dominan.
Nuestras elecciones están sometidas a causas
que no están reveladas a nosotros de manera evidente. Causas y efectos son
parte de las leyes de la materia. Como humanos estamos sometidos a las leyes
físicas y nuestra libertad se somete a ellas. Es evidente y no lo es porque constantemente olvidamos las leyes físicas a las que estamos sometidos. Sabemos de las
consecuencias inmediatas y mucho en nosotros permanece oculto y determinado nos
diría Espinoza. Estamos cegados y el libre arbitrio es ilusión. Si lanzas una
piedra al suelo, ella está dotada de su movimiento propio y no somos la causa
real del movimiento de la piedra. Y entonces la pregunta seguida es, ¿estamos sometidos
a todo lo exterior y no somos libres? No completamente quizás. Espinoza quiso
decir algo más, tenemos elección. Ética no se llamaría su libro si no hablara
de elección o de libertad. Lo importante es tomar conciencia de las influencias
ocultas de nuestras pulsiones a través de la razón. Razón es la capacidad de
comprender las determinaciones de nuestros afectos y pasiones, de nuestras
emociones. La inquietud nos mueve en mezcla con nuestra ignorancia y temores.
Pero el miedo no es racional y nos hace sufrir. Estas ideas en Espinoza contienen
un cierto estoicismo porque la pasión se disuelve con la razón, a través de la
conciencia. Entramos en el templo de la razón y las emociones ya no nos dominan
y podemos conocer la felicidad. La razón nos ayuda a dominar las emociones y a
ganar nuestra libertad. Esta es la felicidad intensa del ser y nuestro poder de
ser fuera de la determinación desde la comprensión de lo que es. La libertad está ligada a la razón. Aceptas las leyes físicas que no tocan tus afectos y
pasiones, las cuales puedes dominar desde la comprensión. Pero las pasiones
asustan y es necesario comprender, aceptar, dar pasos hacia nuestra libertad.
Libre es el hombre que domina a sus pasiones y lo logra desde la razón.
Comprender y analizar nuestras pasiones es un
trabajo profundo interior que debemos aprender a dominar para andar por el
mundo desde la libertad y elegir. Pero elegir nos diría Levinas para asistir a
todo otro en amor y desde el cuidado y respeto, desde el impulso controlado y
la paciencia, desde el uso de la razón al servicio de todo otro. Pienso que
como humanos somos llamados a vivir en cuerpo y alma, en sensibilidad, al servicio
de todo otro desde la razón y sí comprendiendo nuestras determinaciones o
limitaciones, y sí con el uso de un código de leyes como lo es la Torá, que nos
asesore en el camino de respeto a todo otro, al rostro y a nuestro entorno como
otro.
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