Grace Nehmad

martes, 25 de mayo de 2021

Juego acción-inacción

 

Escapamos del vacío. No es necesario poner el acento en los objetos. El objetivo es ordenar y ponerse objetivos. Buscamos y ello se relaciona con los objetos, pero es lo inverso, no escapar a los objetos. Tenemos tiempo y qué hacemos, desde dónde escapamos del vacío sin rechazar a los objetos. La razón es celebración y estimulación. Debemos experimentar el vacío y es la esencia de la meditación, estar tranquilos. No se trata de buscar la nada en nuevas tareas. Confrontar la ausencia de objetos genera tensión y eso nos asusta, no ser nadie. Creamos estrategias para escapar y compensar los vacíos hasta acceder y seguir los propios flujos existenciales.

Quizás hacer vacío es hacer el todo. Hacer el todo es ir a lo completo. El vacío es muchas cosas y debemos precisar la situación verbal como diría Valérie. El vacío evoca ausencias y no es la nada que se destruye a sí misma. Si pensamos en la nada ello nos lleva a llenar y a hacer desde que la pensamos. Vacío es vacuidad y si no es la nada, es algo, es quitar todo y dejar el vacío ahí. La diferencia para nosotros estaría en que la nada es sin nosotros y el vacío es ausencia. Hacer vacío es quitar toda materia y permanecemos nosotros en el escenario observándonos, recreando ausencias. Podemos decir que el vacío en este sentido se aproxima a la nada y es lo que más nos asusta porque en el vacío aún existimos y en la nada en estos términos, ya no. No queremos desaparecer y tememos que el vacío nos trague arrastrándonos a la nada. Levinas nos llama a actuar asistiendo a todo otro para evitar esa nada, ese miedo. Pero quizá podemos dar entrada a nuestros vacíos para también ponerlos al servicio de todo otro, atrevernos a vivir las pausas necesarias, los silencios que nos permiten vernos en perspectiva y ayudar más y mejor a todo otro desde la perspectiva que dejó entrar silencios para después actuar. Actuar sin freno es obsesión de acción que tiene impresa en su rostro una patología y está lejos del vínculo real con todo otro y con el centro del ser. El llamado al equilibrio debe despertarnos y no entrar en locura de acción que busca escapar vacíos. Actuar siempre con el otro al centro, pero desde el equilibrio que también permite ausencias y terrenalidades que a menudo nos cuesta trabajo aceptar.


Los colores de la nada, son materia iluminada para aterrizar silencios y acción en amor

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