Grace Nehmad

domingo, 23 de mayo de 2021

Erradicar el mal

 

Leibniz se pregunta ¿El mal existe? Sócrates decía el mal no es nada. Nos sacude la cuestión de la existencia del mal con el permiso divino. Presupone que Dios existe y es bueno y quiere el bien y entonces por qué existen el mal, la guerra, la enfermedad, la injusticia y el mal toca a los inocentes. Leibniz trata de explicar el mal en su teodicea en un mundo con un Dios que lo autoriza y lo acepta. Si Dios es bueno y el por qué lo permite entonces es una pregunta legítima, pero dice el autor que el mal es relativo. El problema es que es hipersensible el hombre y cuando sufrimos olvidamos la sensación de bienestar. Si pesamos los momentos buenos y los malos, son mucho más los buenos que los malos. En nuestro presente el problema no puede reflexionarse, se enfrenta, pero en el cotidiano es la anticipación lo que molesta. El mal es producto mental y no es lo mismo anticiparlo que vivirlo. No estamos atentos a lo bueno que nos pasa. Los que viven situaciones extremas despiertan su sensibilidad al bienestar y poco logra satisfacerlos. Voltaire caricaturiza el pensamiento de Leibniz que considerando que todo está bien el mal es poco importante, no existe. El mal es una condición para acceder al bien. El mal es etapa hacia el bien y tiene un sentido ¿El mal es realmente necesario para acceder al bien? El mal nos da lecciones y ello nos enseña a no caer de nuevo en ese mal. Nietzsche decía que lo que no me mata me hace más fuerte. Es en este sentido un mal por un bien. Estar atentos a los errores y ello nos permite no repetirlos. El mal tiene siempre dos caras. El mal nos enseña a no dejarnos lastimar por otros. Para Leibniz el mal nos ayuda a progresar. El error es necesidad pedagógica. Podemos hacer el bien de nacimiento, pero el que atraviesa el mal ya tiene conciencia del error. El error es humano, pero perseverar en él ya es perverso y es nuestra incapacidad de reconocer ese mal. Somos culpables nosotros y no es cosa de Dios. Si Dios nos creó imperfectos es para empujarnos hacia el bien y ello le permite al hombre concientizarse y dominarlo. El mal es sólo el producto del hombre y podemos decretar ya no hacerlo y si hacemos el mal es que aún no hemos aprendido todas las lecciones del mal y lo seguimos usando. Aprendemos a minimizar el mal y su experiencia nos aleja de él, pero a veces el aprendizaje es largo. Terminamos por concientizar y evitar las consecuencias negativas del mal. El mal es interdependiente del bien. La conclusión para Leibniz es que el mal existe porque lo dejamos existir y lo vencemos haciendo el bien y concientizando todo. Me parecen muy claras estas ideas y ciertamente ayudan. Sin embargo, no me parece tan evidente el evitar el mal. La existencia me aparece llena de apariencias engañosas y dualidades que benefician a unos y atacan a otros o en su detrimento y no siempre es fácil sustraerse del mal aun reconociéndolo y teniendo las mejores intenciones de hacerlo. Como vimos es un camino largo y las trampas son numerosas y todos los humanos duales, hasta uno mismo debe conocerse mejor y evitar los males que causa a otros desde la inconciencia. El trabajo es intenso y es nuestra responsabilidad buscar superar todo mal en unión. Si pensamos más en el otro que en nosotros mismos nos diría Levinas, en responsabilidad generaremos menos mal y más conciencia ayudando a desaparecer todo mal. Me parece un buen objetivo existencial.



 

 

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