El tiempo en Bergson,
Aristóteles y Einstein nos llevan a Levinas y el rostro
Para
Aristóteles el pasado pasó y el futuro no es, no existen, el ahora es el
instante que no se mueve, es congelado y no dura. Es un punto arbitrario y no
tiene duración. El ahora divide al antes y después y divide el tiempo en
segmentos arbitrarios, pero no la realidad, es división infinita de la
extensión finita. El tiempo lleva registro, es medida de movimiento y no el movimiento
mismo. El tiempo es medida que el alma realiza, conciencia, mente activa,
registra lo anterior y lo de después, registra los cambios. Sin humanos todo se
mueve, pero nadie lo registra en cambios diría Aristóteles.
El tiempo no es
ahoras, La permanencia del ahora es el límite entre pasado y futuro. Ahora es
el mismo cada vez. Si ahora coexiste con otro ahora ya no es posible, es más
bien concatenación, es presente en ahora, se produce a cada instante.
El mundo ideal
atemporal escapa a nuestro entendimiento y nuestros sentidos son limitados.
Podemos percibir y comprender y contemplar y reconstruir el mundo sensible. Lo
eterno es película, es infinito. El tiempo es cíclico para Aristóteles. Tiempo
pasado es el registro de un momento. Imagen y no controlas, inferimos, es
aproximación. El tiempo es la medida del cambio.
Bergson en
realidad no menciona a Aristóteles directamente y no se contraponen, el tiempo
es medida y movimiento del antes y después como medida y su registro se da a
través del alma para Aristóteles.
Bergson separa
el tiempo de la física del tiempo real. Busca la duración real de la vida, sí
critica a Kant pues el tiempo no es a priori para Bergson ni homogéneo y la sucesión
es novedad para pues no es sujeto como concepto como en Kant que perdería la
vida misma en su aproximación.
Bergson y Einstein
difieren pues para Einstein no hay simultaneidad en el universo, no hay ese
tiempo de los filósofos Bergsoniano, es lo medible. La física mide y lo real no
importa. Estamos debatiendo entre duración y simultaneidad. No funciona ese
relativo dice Bergson. Einstein habla de un tiempo relativo y no hay simultáneo.
Bergson se
centra en un ahora que fluye y dura y movimientos sean medibles o no, son cambio.
Su postura es interesante y a diferencia de Aristóteles, el tiempo ya no es de sustancias
fijas, es cambio constante y de ahí se hace posible la libertad humana.
Entonces
llegamos a Levinas en dónde esa duración Bergsoniana se aplica al otro y el
instante uno es del Mismo y el instante dos del otro que nos abre su misterio y
su infinito. Quizá sería una duración relativa al alma del Mismo bajo la mirada
de la duración infinita del Otro. El rostro me extiende una duración infinita y
abre mi tiempo a un nuevo tiempo infinito por descubrir. Es tiempo que se
despliega en mi tiempo finito y lo multiplica de manera real, vivencial.
Priorizo el tiempo del otro y al dejarlo pasar, abro mi infinito
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