Y volvemos al tema del corazón y su cuidado, de cuidar la sensibilidad
perceptiva, pero estar para el otro desde la apertura y no con el tema del
endurecimiento del corazón que se dio en Egipto al no dejar salir a los judíos
de su esclavitud. También solemos esclavizarnos de las formas y caer en rigideces
absurdas que nos alejan de todo otro y de poder asistirlo. Hay también un
lenguaje gestual del cuerpo que usamos para comunicarnos y que indica apertura
o cerrazón. Estamos viciados por la inseguridad y la invasión citadinas ¿Cómo podemos contrarrestar sus efectos?
Al menos debemos ser capaces de separarnos del caos de donde provenimos antes
de ingresar a una reunión. De otra manera, nuestro cuerpo está en la reunión y
nosotros, no. Un paso más elevado es estar con el corazón en la mano, prestando
atención en sensibilidad y un paso más sería utilizar las palabras adecuadas
para espejear los sentimientos del otro y asistirlo adecuadamente.
Cuidar las formas es importante, los
buenos modales que incluyen en especial paciencia, y al mismo tiempo, no
estancarnos en las formas y ayudar a todo otro y ayudarlo a expresarse, no
inhibiendo sus características extranjeras, otras, quizá menos refinadas o
simplemente diferentes. Apertura responsable y cuidadosa hacia el otro es lo
que buscamos. Ser responsables es escuchar y no pasar de largo en indiferencia
ante el sufrimiento del otro. Y normalmente no sabemos expresar sentimientos y
somos malinterpretados. De entrada, ponemos nuestras palabras y nuestro monólogo
en el otro en lugar de escucharlo. Es difícil acallar el monólogo interior.
Hablamos sin parar interiormente y poco sabemos guardar silencio para acoger
las palabras del otro.
Pero
estamos a tiempo de cambiar y redimirnos. En esta pandemia somos empujados a
ello. A poner al otro primero y entrar en la ética levinasiana.
Podemos entrar en la ética levinasiana y darnos a todo otro a cada momento
No hay comentarios:
Publicar un comentario