Grace Nehmad

martes, 12 de enero de 2021

Levinas y Wittgenstein para aproximarse al dolor

 

El dolor existe desde el niño que llora y queremos conocer el dolor y la experiencia del dolor y su disipación. También queremos saber del dolor moral y de la depresión. Las fronteras son fluidas en la experiencia del yo y del mundo, en el estatus del grito. El lenguaje es la expresión del dolor y el dolor mismo.

Para Levinas es el llamado al otro para atender a su dolor y salirse del propio dolor. Se evalúan diversos aspectos. El sensorial, evaluar la cantidad y el tipo de dolor. Es grande lo que permanece indefinido. El sentimiento global respecto al propio dolor entra en el juego y también la reciprocidad.

El dolor llama al médico, al psicólogo y al psiquiatra y cuando se habla de sufrimiento, en especial al filósofo.

Entramos en un estado emocional, en lo sensorial y en la angustia, ethos puros del dolor. La experiencia del dolor es subjetiva y pasa y después es subjetiva ya ni recordamos nada. Hay un signo escondido, una actitud cambiante y una frivolidad.

Todo dolor interviene y es rastro, es llamar, experiencia natural.

En el pasaje a la exterioridad, el cuerpo es mediador entre el yo y el mundo, es espacial y el sentir no es pasivo. Pero es verdad también como dice Levinas que el dolor aísla y encierra. El dolor es también esconderse del mundo

¿El grito es interior o no? Se trata del cuerpo mediador como dicen y es verdad que puede haber pasividad y también un egoísmo depresivo, a la vez es una construcción del lenguaje concreta y un llamado para atender al otro.

En Levinas el ensimismamiento es lo pasivo del dolor y cuando no lleva al acto. No se asume el dolor moral y se intenciona un cambio en la afectación a otros. Las fronteras son débiles entre un funcionar y un desplomarse en el ensimismamiento y no ver por otros. Se saca fuera a la intencionalidad y el hábito pasivo domina. Levinas va más allá de la vida y conecta con las pruebas divinas. Nuestra vulnerabilidad y angustia humanas entran en juego y Levinas enmarca el dolor en el tiempo. Dentro de la pasividad entra el mal causado por otro y la capacidad real de reaccionar al respecto.

             Parece pues que Levinas y Wittgenstein tienen aproximaciones muy distintas del dolor, pero me parece que aspectos en Wittgenstein aportan a su aproximación en los términos levinasianos que se centran en el otro y su proridad. El lenguaje nos ayuda a comunicar el dolor y a asistir a todo otro y es importante pulirlo y comprender como lo construimos para comunicarnos mejor y saber escuchar mejor. Se confunden las fronteras del egoísmo del dolor privado y la posibilidad real de salir de él, los prejuicios exteriores y por otro lado, el volver a los términos levinasianos de apreciarnos como sin carencias para salir de nosotros y ayudar a otros.








Las fronteras y definición del dolor son poco claras, pero el centro debemos ponerlos en ayudar a otros

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