Era del vacío en Lipovetsky,
transhumanismo, volver al otro
La revolución individual está en su nueva fase
con un cambio cultural y una erosión de las actitudes culturales que produce
una fractura de la sociedad disciplinaria. Se buscan información, sexo y un culto
a lo natural a modo de gestionar comportamientos de máximo deseo y un mínimo de
austeridad. Las nuevas motivaciones habilitan el ocio y manifiestan la
tendencia a la humanización con nuevos fines de respeto a diferencias y culto a
la liberación personal. Se defiende la elección libre en una autonomía que deja
atrás el eliminar lo particular por lo homogéneo y la sumisión y abnegación a nuevos
valores que legitiman el placer y las aspiraciones de los individuos.
Según esta nueva fase de egoísmo el máximo de
la vida es la manifestación final del individualismo. Se da un consumo de derechos
y deseos del individuo como objetivo central de la vida. El futurismo concluye
y deja su lugar al vacío postmoderno. Reinan la indiferencia de masas y ya no
hay un inevitable progreso, queremos identidad y diferencias. Se quieren vivir
el aquí y el ahora y no forjar un hombre nuevo. Ya no hay una ideología de
masas ni ídolos ni tabúes ni una imagen gloriosa de sí. No hay proyecto
histórico movilizador. Estamos regidos por el vacío que no es ni tragedia ni
apocalipsis, está hecho de un consumo central de medios y objetos. La economía
libidinal crea sistemas de sentido y apertura a elecciones privadas sin límite.
Hay correspondencia y vacío, pero con valor del
individualismo total y ya no parcial de la primera fase. Todo ésto analiza Lipovetsky
en su libro y me checa bastante. Sin embargo, no creo que sea verdad que hayan
muerto las ideologías evolucionistas ni el futurismo o la idea de un progreso
sin límites. Tal es el caso de superar las limitaciones materiales buscando
eternidad y antes se manifestó en El fausto con la idea de vender el
alma al diablo. Nietzsche busca en el superhombre y crea un nuevo sistema de
valores. Y en el caso del
transhumanismo se busca mejorar las capacidades
humanas mediante la tecnología en una idea de progreso completamente vigente y
actual que se gesta de manera paralela ante el vacío de Lipovetsky. Este
transhumanismo quiere trascender la condición humana. Huxley, el hermano de Aldous
Huxley, en 1957 habla de esta teoría en sus orígenes pero después se consolida
más en 1998 como una filosofía futurista ante la evolución lenta y cruel, los celos
y la depresión para no aceptar nuestra fragilidad y finitud. Dios ya no está al
centro sino el hombre con su gran longevidad. En este contexto, la vejez es
vista como enfermedad y se buscan aumentar la juventud y la vida mediante la
tecnología, se supera así al cerebro darwinista que se ha estancado. Las personas
con sus celulares ya son un ejemplo transhumanista. Necesitamos calidad de vida
argumenta esta teoría. Podemos vivir como Fausto, eternamente. Ser humanos tecnológicos
a través de la biotecnología.
Se busca lograr la fusión del hombre con la computadora,
las máquinas nos superarán temen algunos. Es la idea más peligrosa del transhombre.
Así, la superinteligencia será colectiva con una transición del hombre que cree
en Dios, al hombre que se cree Dios. La tendencia será ir dejando al cuerpo
atrás y lograr un cerebro colectivo que habite la galaxia y sea eterno.
Aquí
entra nuestra necesidad de combatir a la muerte y superarla. En este afán de
autonomía de Dios, el egoísmo y el individualismo imperan, todos conectados,
pero extrañamente aislados y compartiendo poco. El contacto humano se limita y
la pandemia actual lo aumenta, parecería un tentáculo más del transhumanismo
que nos quiere tragar. ¿Cómo combatir estas tendencias negativas? Pienso que
desde el vínculo real y el corazón, utilizando a los medios tecnológicos y no
dejándonos dominar por ellos. Se puede lograr un equilibrio y compartir la vida
en respeto y amor, desde la unión humana y no carente de sentido existencial en
un vivir por vivir más y competir con Dios que al final llevamos dentro y nos
estamos destruyendo. Podemos huir del vacío y de la falta de sentido
existencial y compartir y descubrir con sorpresa una vida diferente y
prometedora amando sus ciclos y etapas desde una salud diferente por descubrir,
la salud de cuerpo y alma al servicio del otro.
Volver a nuestra naturaleza himana en el otro
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