Grace Nehmad

jueves, 28 de enero de 2021

Era del vacío en Lipovetsky, transhumanismo, volver al otro

 

Era del vacío en Lipovetsky, transhumanismo, volver al otro

La revolución individual está en su nueva fase con un cambio cultural y una erosión de las actitudes culturales que produce una fractura de la sociedad disciplinaria. Se buscan información, sexo y un culto a lo natural a modo de gestionar comportamientos de máximo deseo y un mínimo de austeridad. Las nuevas motivaciones habilitan el ocio y manifiestan la tendencia a la humanización con nuevos fines de respeto a diferencias y culto a la liberación personal. Se defiende la elección libre en una autonomía que deja atrás el eliminar lo particular por lo homogéneo y la sumisión y abnegación a nuevos valores que legitiman el placer y las aspiraciones de los individuos.

Según esta nueva fase de egoísmo el máximo de la vida es la manifestación final del individualismo. Se da un consumo de derechos y deseos del individuo como objetivo central de la vida. El futurismo concluye y deja su lugar al vacío postmoderno. Reinan la indiferencia de masas y ya no hay un inevitable progreso, queremos identidad y diferencias. Se quieren vivir el aquí y el ahora y no forjar un hombre nuevo. Ya no hay una ideología de masas ni ídolos ni tabúes ni una imagen gloriosa de sí. No hay proyecto histórico movilizador. Estamos regidos por el vacío que no es ni tragedia ni apocalipsis, está hecho de un consumo central de medios y objetos. La economía libidinal crea sistemas de sentido y apertura a elecciones privadas sin límite.

Hay correspondencia y vacío, pero con valor del individualismo total y ya no parcial de la primera fase. Todo ésto analiza Lipovetsky en su libro y me checa bastante. Sin embargo, no creo que sea verdad que hayan muerto las ideologías evolucionistas ni el futurismo o la idea de un progreso sin límites. Tal es el caso de superar las limitaciones materiales buscando eternidad y antes se manifestó en El fausto con la idea de vender el alma al diablo. Nietzsche busca en el superhombre y crea un nuevo sistema de valores. Y en el caso del

transhumanismo se busca mejorar las capacidades humanas mediante la tecnología en una idea de progreso completamente vigente y actual que se gesta de manera paralela ante el vacío de Lipovetsky. Este transhumanismo quiere trascender la condición humana. Huxley, el hermano de Aldous Huxley, en 1957 habla de esta teoría en sus orígenes pero después se consolida más en 1998 como una filosofía futurista ante la evolución lenta y cruel, los celos y la depresión para no aceptar nuestra fragilidad y finitud. Dios ya no está al centro sino el hombre con su gran longevidad. En este contexto, la vejez es vista como enfermedad y se buscan aumentar la juventud y la vida mediante la tecnología, se supera así al cerebro darwinista que se ha estancado. Las personas con sus celulares ya son un ejemplo transhumanista. Necesitamos calidad de vida argumenta esta teoría. Podemos vivir como Fausto, eternamente. Ser humanos tecnológicos a través de la biotecnología.

Se busca lograr la fusión del hombre con la computadora, las máquinas nos superarán temen algunos. Es la idea más peligrosa del transhombre. Así, la superinteligencia será colectiva con una transición del hombre que cree en Dios, al hombre que se cree Dios. La tendencia será ir dejando al cuerpo atrás y lograr un cerebro colectivo que habite la galaxia y sea eterno.

         Aquí entra nuestra necesidad de combatir a la muerte y superarla. En este afán de autonomía de Dios, el egoísmo y el individualismo imperan, todos conectados, pero extrañamente aislados y compartiendo poco. El contacto humano se limita y la pandemia actual lo aumenta, parecería un tentáculo más del transhumanismo que nos quiere tragar. ¿Cómo combatir estas tendencias negativas? Pienso que desde el vínculo real y el corazón, utilizando a los medios tecnológicos y no dejándonos dominar por ellos. Se puede lograr un equilibrio y compartir la vida en respeto y amor, desde la unión humana y no carente de sentido existencial en un vivir por vivir más y competir con Dios que al final llevamos dentro y nos estamos destruyendo. Podemos huir del vacío y de la falta de sentido existencial y compartir y descubrir con sorpresa una vida diferente y prometedora amando sus ciclos y etapas desde una salud diferente por descubrir, la salud de cuerpo y alma al servicio del otro.


Volver a nuestra naturaleza himana en el otro

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