La soledad y el
otro
La primera
pregunta para comprendernos es nuestro origen y necesidad de huir de la muerte
en las bestias salvajes que nos atacaban, hasta irnos urbanizando. En nuestra
modernidad actual vivimos adormecidos con la tecnología y tratamos de manera
desesperada de buscar relaciones que distraigan nuestra soledad, también un
empleo que nos asegure ese adormecimiento.
El paradigma social
tiene mal visto el ocuparte de ti. Debemos en cambio relacionarnos desde el echarte
un clavado dentro primero para después abrirte a otro. Se trata de poder decir,
he conquistado mi soledad. Paso por el dolor y no me asusto, lo conquisto
también y soy dueño de mí. La sociedad te asusta con el tema de la soledad
cuando tenemos todos los medios para utilizarla a nuestro favor y aprender a
limitar la tecnología. Es priorizarte dentro.
Estar solo o
sentirte solo es diferente. La ilusión de compañías no debe ser parche. En
realidad estamos solos en el mundo, pero no debemos sentirnos solos. Debemos
ser capaces de indagar diferencias. La soledad más común es la de Herman Hesse que
dice sentirse solo estando acompañado. Otra soledad es la reactiva que ama a la
humanidad ‘pero no aguanta compartir nada y se pregunta quiénes son éstos de la
multitud. Para Camus la soledad es el infierno por no saber estar solos y
estarlo, es una soledad impuesta desde fuera.
En cambio, cuando es elegida, es la
compañera más sociable. Pero para llegar a este punto se deben superar varias
etapas que comienzan con la ruptura del parto. Tenemos que superar el trauma
del parto y de cada una de nuestras etapas de vida. Madurar relaciones y
quedarse con algunas para descubrirse en el autoconocimiento y en intercambio.
Desde este lugar maduro nuestras relaciones con el otro prometan pues no son
desde la necesidad. Es caminar juntos en maduración. Utilizar la tecnología con
medida y compartir desde el gusto de dar y no desde el miedo a la soledad, es
muy diferente. Estamos sobrerrelacionados por falta de madurez. Seres maduros
con relaciones sanas es lo que nos sienta mejor como humanos, en equilibrio.
Entonces el otro es central y la familia y la comunidad y la humanidad, pero
sin el estigma y desde la voluntad real de dar y compartir. Demos construirnos
constantemente dentro y fuera.
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