Sabiduría universal
ética puesta en el otro
Platón, como
muchos filósofos, se cuestiona sobre el placer y el dolor, la ética y los
deseos. Busca dominar a los deseos, ir contra el apetito, ordenar placeres. Aristóteles
propone ser dueño de sí mismo y actuar en control y no gobernado por los
impulsos y apetitos. Como seres racionales debemos ser capaces de elegir y
contenernos. El hombre continente es contrario al impulso. La represión del
impulso es difícil y se compran los deseos con el precio de la vida. Es un trabajo
arduo el de la restricción que quizá llega en una etapa más madura de vida.
Somos más proclives al desenfreno que a la austeridad y normalmente resulta una
desgracia el dejarse arrastrar por los deseos. Los sabios consiguen abstenerse
porque se dan cuenta que evitan el dolor y obtienen un mayor placer al final
del camino. El equilibrio es importante y evitar el huir, la cobardía. Actuar
de manera virtuosa nos lleva a la felicidad y posponer el deseo inmediato, su
placer. Los medios para llegar a ser felices son actos determinantes que nos
acercan o nos alejan de ese fin. Al introducir al otro en la ecuación la
situación de vida se vuelve más clara e incluso tenemos más fuerzas para
abstenernos para obtener el bien del otro y ayudarlo. Buscar el bien del otro,
su felicidad, aclara actos y medios y desvanece toda cobardía aproximándonos de
la propia felicidad sin ser objetivo en sí. El objetivo puesto en el otro
promete el equilibrio y la paz anhelada.
Atrapar tus nubes con el temperamento adecuado
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