Reflexiones del
otro frente a nuestras sociedades utilitarias
Hay siempre otro,
es un monstruo, un extranjero. No deberíamos considerarlo así, como el enemigo
que quiere tomar de lo propio, invadirme. Sería mejor pensarlo en términos de
oportunidad de hacer el bien. No debo defenderme del otro, no se me presenta
para apropiarse de lo mío.
Me gustó la
reflexión de Sztajnszrajber, filósofo actual, sobre la figura del delincuente
que en su raíz etimológica la palabra habla de falta entendida también como
carencia. Somos en un sistema binario los delincuentes o los buenos del cuento
y ahí nos pone la sociedad. Es de un rechazo constante a la carencia, a la
diferencia. Quizás por eso Levinas nos enseña a comprendernos en términos de no
carencia, de no necesito nada y vine a dar. La sobrerreacción hacia lo propio
es inseguridad. ¿Dónde los límites de la propiedad en nuestras sociedades
utilitarias y consumistas? ¿Dónde las relaciones desinteresadas? Parece que nos
acercamos a todo otro en función de cubrir una necesidad personal y no para
tener la oportunidad de dar.
Por otra parte, tenemos una necesidad
imperiosa de hacerlo encajar en el propio sistema, en lugar de contrastar con
sus colores y sumarnos. Parece también que si nos falta algo es porque estamos
transgrediendo al sistema y automáticamente somos rechazados por ello. En este
sentido existen demasiadas normas aceptadas y no habladas. Por ejemplo, tener
dinero o no tenerlo, ser hombre o mujer, ser divorciado o no, tener hijos o no
trenerlos y cuántos y cantidad de categorías que te van acomodando dentro o
fuera dentro del sistema binario que maximiza utilidad. Ojalá logremos
entendernos diferente.
Levinas nos
dice que el bien está en el otro. El otro es la madre, el padre, la cultura; el
otro es previo siempre y le debemos todo. No se trata de abrirte a él para ser
liquidado, es abrirte para dar y expresar tu bien al otro.
Es revolucionario
hacer por el otro porque la sociedad es cada vez más mercantil en términos de
conveniencia y de acercamiento. Despertemos siempre con la idea de hacer muchas
revoluciones por el otro en nuestro día. La política tiene no sentido si no es
para el otro. Si no es así, es negocio que tiene que ver a menudo con intereses.
La política en términos levinasianos es justicia social. Me parece que estar en
la reflexión acerca del otro es siempre una oportunidad para dar y unir y no
para separar, dominar, necesitar o consumir; rechazar. Pensar siempre en el
otro es ya estar tratando de incluir y de hacer el bien. Es al menos cuestionar
nuestras conductas y tratar de abrirnos a la posibilidad de ayudar y crecer
como sociedad.
El corte social que hago afecta mi acercamiento a todo otro. Incluir al otro es revolucionario
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