Grace Nehmad

lunes, 7 de diciembre de 2020

La revolución cotidiana, el otro

 

Reflexiones del otro frente a nuestras sociedades utilitarias

Hay siempre otro, es un monstruo, un extranjero. No deberíamos considerarlo así, como el enemigo que quiere tomar de lo propio, invadirme. Sería mejor pensarlo en términos de oportunidad de hacer el bien. No debo defenderme del otro, no se me presenta para apropiarse de lo mío.

Me gustó la reflexión de Sztajnszrajber, filósofo actual, sobre la figura del delincuente que en su raíz etimológica la palabra habla de falta entendida también como carencia. Somos en un sistema binario los delincuentes o los buenos del cuento y ahí nos pone la sociedad. Es de un rechazo constante a la carencia, a la diferencia. Quizás por eso Levinas nos enseña a comprendernos en términos de no carencia, de no necesito nada y vine a dar. La sobrerreacción hacia lo propio es inseguridad. ¿Dónde los límites de la propiedad en nuestras sociedades utilitarias y consumistas? ¿Dónde las relaciones desinteresadas? Parece que nos acercamos a todo otro en función de cubrir una necesidad personal y no para tener la oportunidad de dar.

        Por otra parte, tenemos una necesidad imperiosa de hacerlo encajar en el propio sistema, en lugar de contrastar con sus colores y sumarnos. Parece también que si nos falta algo es porque estamos transgrediendo al sistema y automáticamente somos rechazados por ello. En este sentido existen demasiadas normas aceptadas y no habladas. Por ejemplo, tener dinero o no tenerlo, ser hombre o mujer, ser divorciado o no, tener hijos o no trenerlos y cuántos y cantidad de categorías que te van acomodando dentro o fuera dentro del sistema binario que maximiza utilidad. Ojalá logremos entendernos diferente.

Levinas nos dice que el bien está en el otro. El otro es la madre, el padre, la cultura; el otro es previo siempre y le debemos todo. No se trata de abrirte a él para ser liquidado, es abrirte para dar y expresar tu bien al otro.

Es revolucionario hacer por el otro porque la sociedad es cada vez más mercantil en términos de conveniencia y de acercamiento. Despertemos siempre con la idea de hacer muchas revoluciones por el otro en nuestro día. La política tiene no sentido si no es para el otro. Si no es así, es negocio que tiene que ver a menudo con intereses. La política en términos levinasianos es justicia social. Me parece que estar en la reflexión acerca del otro es siempre una oportunidad para dar y unir y no para separar, dominar, necesitar o consumir; rechazar. Pensar siempre en el otro es ya estar tratando de incluir y de hacer el bien. Es al menos cuestionar nuestras conductas y tratar de abrirnos a la posibilidad de ayudar y crecer como sociedad.


El corte social que hago afecta mi acercamiento a todo otro. Incluir al otro es revolucionario

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