El irreversible es inenfrentable. No podemos estar en dos lugares o épocas al mismo tiempo. El tiempo pasa y debemos actuar por instantes, saber que todo es por día y vamos enfrentando diferentes retos existenciales. La vida es intensa y difícil de enfrentar. En especial, creo, su dualidad que se agudiza con las manecillas del reloj. Pasan milagros hermosos e inspiradores y a la vez, violencias insospechadas se multiplican y no podemos detenerlas. Por otra parte, no detenemos la muerte ni la decadencia del humano que a la vez ya aumentó su esperanza de vida viviendo tipo 100 años pero con gran deterioro. Las soluciones son cortas y no podemos revertir la muerte ni sabemos para adonde vamos ni de dónde vinimos. Las preguntas originarias permanecen y lo nuevo es hermoso pero cada vez más efímero. ¿Para qué tanto de todo? No respondemos las preguntas fundamentales. Pienso que debemos hacer el esfuerzo de limpiar la paja y quedarnos con lo central en nuestra vida para también aproximar la era mesiánica y no distraernos. Nos distraemos demasiado e ubicamos en nuestra zona de confort.
Con fuerza y claridad
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