Julia quería vivirse con lazos sólidos y amistades duraderas pero las confusiones abundaban, los vínculos entre humanos le aparecían difíciles y en especial entre hombres y mujeres. De niños era todo más fácil sin el erotismo que trastorna a los humanos y ya nada cuadraba en edad madura. Las pulsiones destruyen vínculos interesantes, pensaba. Todos queremos escoger y ser libres y darnos tiempo y no pasa así en la edad adulta. Queremos hacernos bien y contar con el otro para enfrentar la existencia. Julia quería compartir saberes y sospechar con todo otro la belleza del mundo, descubrirla. Los seres unidos consiguen brincos mágicos que hacen desaparecer cualquier negatividad. Recordaba lazos bellos de la infancia y quería redescubrirlos, no se sostenían, ¿por qué? Los lazos se rompen en la modernidad y las etapas cambian. En la modernidad Julia quería construirse y reconstruirse y nada se sostenía fuera, sin embargo, quería pasar de la amistad utilitaria a la amistad virtuosa. Incluso en el amor combinar erotismo y amistad parecía un sueño imposible. Demasiados intereses y complejidades adultas nublaban el panorama. Los niños y jóvenes se vinculaban de manera distinta. Julia investigaba sus relaciones en edad madura y se recargaba en las sorpresas existenciales, en su capacidad de asombro. Se recargaba en la fe en la virtud humana y la persistencia para articular lazos nuevos y viejos duraderos y quizá también amistades y amores distintos en su camino de luz, en reciprocidad e ingenuidad, en libertad y claridad igualitaria. En apertura, Julia estaba dispuesta a descubrir sus lazos sólidos de vida desde los caminos futuros por descubrir.
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